• Asignatura: Salud
  • Autor: divimor03
  • hace 5 años

¿qué aportes hicieron los juglares a la lengua Castellana​

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Respuesta dada por: Anónimo
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Es opinión muy común la de que las literaturas románicas empiezan hacia los siglos XI o XII, poco antes de los primeros textos conservados, y que nacen dirigidas por clérigos imitadores de la literatura latina medieval y de la antigüedad clásica. Se cree muy comúnmente también que los juglares y los clérigos no iban por caminos opuestos, como postulaba la crítica romántica, sino que los juglares se habían formado técnicamente en la escuela de los clérigos, aunque el tono de su poesía resultaba diverso del literario y eclesiástico. Pero todo esto, que responde a ciertos aspectos de los siglos tardíos, resulta inaceptable si tendemos la vista a tiempos anteriores.

La razón de ser de toda juglaría es que ella procura el recreo, alivio indispensable del ánimo, según decían concordes los antiguos. El Libro de la Nobleza y Lealtad, dedicado a san Fernando, recomienda al rey la honesta diversión con los juglares, y se apoya en uno de los famosos dísticos de Dionisio Catón, el mismo dístico que citan las Partidas, el mismo que el Arcipreste de Hita aplica a su arte: «Palabras son de sabio e díxolo Catón, / que omne a sus coydados que tiene en coraçón / entreponga plazeres e alegre la razón, / que la mucha tristeza mucho pecado pon».

 

   

    Sin duda, el placer recreativo que ahuyenta las tristezas del corazón es necesidad inexcusable del hombre, y lo es sobre todo el solaz del canto, imperativo eterno lo mismo en el descanso que en el trabajo, esos «dulces cantares» (Libro de buen amor, 649) que aminoran las pesadumbres del alma, llegando hasta paliar los dolores físicos del enfermo (según se dice en el Cancionero de Baena); y de ese solaz musical los juglares son los dispensadores profesionales: «illorum officium tribuit laeticiam», según dicen unas leges palatinae (de Mallorca, 1337). Pues respondiendo a una necesidad vital, el oficio juglaresco hubo de ser ejercido continuadamente. Los que recreaban al público en los teatros de la antigüedad, los histriones y mimos que declamaban, los thymélicos y citharistas que tañían y cantaban, debieron transmitir ininterrumpidamente su arte a sus sucesores medievales.

Esta continuación del arte antiguo en el medieval se nos impone también considerando que los pueblos románicos no pudieron estarse sin ningún recreo literario medio milenio largo antes de ese siglo XI en que se suponen nacidas las literaturas neolatinas. El canto del juglar, como espectáculo público debió empalmar con el espectáculo público del histrión y del thymélico; el cedrero de tiempos de Berceo debió heredar su canto del citharista de tiempos de Cicerón, como heredó su instrumento con el nombre de cithara o de cedra por tradición ininterrumpida de mano en mano y de boca en boca .

La dificultad para comprender esa tradición está en el cambio de lengua en que unos y otros cantaban. En los primeros tiempos de ese medio milenio se olvida el latín de los histriones y nacen las lenguas romances de los juglares. Y en este punto surge la perpetua oposición de la crítica entre los dos conceptos antagónicos en el modo de entender la poesía en cuanto diversión pública, el individualista y el tradicionalista: los que iniciaron el cultivo literario de las lenguas neolatinas ¿fueron los clérigos por disperso trabajo individual o fueron los juglares por continua tradición de su oficio? Sin duda contribuyeron unos y otros, pero creo inexcusable pensar que los juglares tuvieron la iniciativa y la parte mayor, la más difícil y la decisiva en esos primeros tiempos. El juglar, hombre indocto, que cada día entiende menos el bajo latín, usual entre las personas instruidas, puesto en el trance de divertir a un concurso de gentes que, cada vez más también, iba dejando de entender la lengua de los letrados, se vio antes que nadie obligado, por necesidad apremiante de su oficio, a emplear las formas del latín vulgar, ajenas a la gramática, para con ellas sustituir las formas más o menos gramaticales heredadas de los actores del teatro antiguo. Era necesario darse a entender en todo momento, era urgente renovar el repertorio heredado, haciendo que el habla de los vulgares usos cotidianos entrase más y más en la prosa recreativa y en la canción musical del improvisado espectáculo público. En ese período inicial en que las hablas románicas se iban apartando totalmente del latín escrito, siglos debieron pasar en que el canto y recitación de los histriones o juglares fue la única literatura que existió en los nacientes idiomas de la Romania. En la plaza de la villa, en el atrio de la iglesia, en las danzas, en las romerías, durante el solaz público, se realizaron los difusos y pequeños aciertos de inspiración poética que fueron elevando lentamente la humilde lengua vulgar, hasta hacerla apta para ennoblecer la imaginación y la sensibilidad de los oyentes.

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espero tye ayude

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