Respuestas
Respuesta dada por:
3
a caballo regalado no le busque s ccjiwermjicnwedhucnwefhucwf
AlejDra:
Creo q es : A caballo regalado, no le mires el diente. creo
Respuesta dada por:
7
A barba muerta, poca vergüenza.Señala la común flaqueza de revolverse contra la memoria de aquellos que ya no pueden defenderse. Por donde se dice asimismo: A moro muerto, gran lanzada.
A cada pajarillo le gusta su nidillo.Dice que cada uno muestra especial querencia hacia el rincón -bueno o malo- al que, por hábito, se halla entrañado.
A casa vieja, puertas nuevas.
Moteja a quienes, rebeldes al envejecimiento, pretenden en vano maquillar el paso de los años con cosméticos, tintes, peluquines y otros recursos. Por eso se dice también festivamente: La vieja, a estirar; y el diablo, a arrugar.
A donde el corazón se inclina, el pie camina.Indica cómo, instintivamente, buscamos los lugares en los que hallamos placer o felicidad. Algo que bien sabe, sin necesidad de glosa alguna, todo el que amó siquiera una vez.
A mal tiempo, buena cara.Recomienda mantener la tranquilidad y el optimismo ante el infortunio. Con este sentido lo usa Galdós en De Oñate a La Granja.
A mucho viento, poca vela.En su sentido directo, es obvio consejo marinero, ya que el exceso de viento puede destrozar las velas si están demasiado desplegadas.
A poca barba, poca vergüenza.Dice que cuanta menos edad y experiencia tienen las personas, tanto más atrevidas y osadas suelen mostrarse.
A quien madruga, Dios le ayuda.A esta vieja alabanza del hábito de madrugar no le faltan contradictores. El primero, aquel mozo que, según refiere Esteban de Garibay, cuando oyó a su padre que a cierto madrugador le había premiado la fortuna con el hallazgo, en la calle, de una bolsa de doblones, dijo: «Pues como madrugar, padre, más madrugó el que perdió la bolsa.» Por eso proclama otro refrán: Más puede Dios ayudar que valer y madrugar.
A quien nada vale, no le envidia nadie.Pues no en vano, como dijo aquél, «la envidia es un homenaje enfermizo que la inferioridad rinde al mérito».
A quien se ayuda, Dios le ayuda.Es decir, el que pone de su parte cuanto puede para conseguir algún fin, se hace acreedor del auxilio de la Providencia. La Fontaine, en una de sus fábulas, lo dice como moraleja: «Ayúdate, y el cielo te ayudará.».
A quien tiene mal vestir, hasta la ropa se le quiere ir.Se refiere a las personas que cuanto mejor se visten, peor aspecto ofrecen, porque no han nacido para lujos y riquezas. Lo cual deja bastante en entredicho a ese otro conocido refrán que afirma: Viste un palito, y verás qué bonito.
A cada pajarillo le gusta su nidillo.Dice que cada uno muestra especial querencia hacia el rincón -bueno o malo- al que, por hábito, se halla entrañado.
A casa vieja, puertas nuevas.
Moteja a quienes, rebeldes al envejecimiento, pretenden en vano maquillar el paso de los años con cosméticos, tintes, peluquines y otros recursos. Por eso se dice también festivamente: La vieja, a estirar; y el diablo, a arrugar.
A donde el corazón se inclina, el pie camina.Indica cómo, instintivamente, buscamos los lugares en los que hallamos placer o felicidad. Algo que bien sabe, sin necesidad de glosa alguna, todo el que amó siquiera una vez.
A mal tiempo, buena cara.Recomienda mantener la tranquilidad y el optimismo ante el infortunio. Con este sentido lo usa Galdós en De Oñate a La Granja.
A mucho viento, poca vela.En su sentido directo, es obvio consejo marinero, ya que el exceso de viento puede destrozar las velas si están demasiado desplegadas.
A poca barba, poca vergüenza.Dice que cuanta menos edad y experiencia tienen las personas, tanto más atrevidas y osadas suelen mostrarse.
A quien madruga, Dios le ayuda.A esta vieja alabanza del hábito de madrugar no le faltan contradictores. El primero, aquel mozo que, según refiere Esteban de Garibay, cuando oyó a su padre que a cierto madrugador le había premiado la fortuna con el hallazgo, en la calle, de una bolsa de doblones, dijo: «Pues como madrugar, padre, más madrugó el que perdió la bolsa.» Por eso proclama otro refrán: Más puede Dios ayudar que valer y madrugar.
A quien nada vale, no le envidia nadie.Pues no en vano, como dijo aquél, «la envidia es un homenaje enfermizo que la inferioridad rinde al mérito».
A quien se ayuda, Dios le ayuda.Es decir, el que pone de su parte cuanto puede para conseguir algún fin, se hace acreedor del auxilio de la Providencia. La Fontaine, en una de sus fábulas, lo dice como moraleja: «Ayúdate, y el cielo te ayudará.».
A quien tiene mal vestir, hasta la ropa se le quiere ir.Se refiere a las personas que cuanto mejor se visten, peor aspecto ofrecen, porque no han nacido para lujos y riquezas. Lo cual deja bastante en entredicho a ese otro conocido refrán que afirma: Viste un palito, y verás qué bonito.
Preguntas similares
hace 9 años
hace 9 años
hace 9 años
hace 9 años