Respuestas
Respuesta:
Sófocles, Esquilo(tragedia griega) y Aristófanes (comedia)
Sófocles: (Edipo Rey)
PASTOR:
¡Ay!, ¡heme aquí ante una cosa horrible de decir!
EDIPO:
Y para mí también horrible de oír. Pero, sin embargo, tengo que oírla.
Edipo Rey (Fragmento),
Sófocles
ÁTOPOS
XVI
PASTOR:
Se decía que era hijo de Layo. Pero ella está en casa, tu mujer, te diría mejor que nadie
cómo fue eso.
EDIPO:
¿Te lo dio ella?
PASTOR:
Sí, rey.
EDIPO:
¿Para qué?
PASTOR:
Para que lo hiciera desaparecer.
EDIPO:
¿Una madre? ¡desgraciada!
PASTOR:
Por miedo de horribles oráculos.
EDIPO:
¿Qué decían esos oráculos?
PASTOR:
Que aquel niño debía matar a sus padres; así se decía.
EDIPO:
Pero tú, ¿por qué se lo entregaste a este anciano?
PASTOR:
Por piedad, señor. Pensaba que se lo llevaría a otra comarca, a la isla donde él vivía. Mas
él, para las más grandes desgracias, lo guardó junto a sí. Porque si tú eres el que él dice,
has de saber que eres el más infortunado de los hombres.
EDIPO:
¡Ay! ¡Ay! Todo se ha aclarado ahora. ¡Oh luz, pudiera yo verte por última vez en este
instante! Nací de quien no debería haber nacido; he vivido con quienes no debería estar
viviendo; maté a quien no debería haber matado.
(EDIPO entra precipitadamente al palacio.
Los dos pastores se marchan, cada uno por su lado)
ÁTOPOS
XVII
Edipo Rey, el hijo
de la fortuna, Pier
Paolo Pasolini,
1967
PASTOR:
¡Ay!, ¡heme aquí ante una cosa horrible de decir!
EDIPO:
Y para mí también horrible de oír. Pero, sin embargo, tengo que oírla.
Edipo Rey (Fragmento),
Sófocles
ÁTOPOS
XVI
PASTOR:
Se decía que era hijo de Layo. Pero ella está en casa, tu mujer, te diría mejor que nadie
cómo fue eso.
EDIPO:
¿Te lo dio ella?
PASTOR:
Sí, rey.
EDIPO:
¿Para qué?
PASTOR:
Para que lo hiciera desaparecer.
EDIPO:
¿Una madre? ¡desgraciada!
PASTOR:
Por miedo de horribles oráculos.
EDIPO:
¿Qué decían esos oráculos?
PASTOR:
Que aquel niño debía matar a sus padres; así se decía.
EDIPO:
Pero tú, ¿por qué se lo entregaste a este anciano?
PASTOR:
Por piedad, señor. Pensaba que se lo llevaría a otra comarca, a la isla donde él vivía. Mas
él, para las más grandes desgracias, lo guardó junto a sí. Porque si tú eres el que él dice,
has de saber que eres el más infortunado de los hombres.
EDIPO:
¡Ay! ¡Ay! Todo se ha aclarado ahora. ¡Oh luz, pudiera yo verte por última vez en este
instante! Nací de quien no debería haber nacido; he vivido con quienes no debería estar
viviendo; maté a quien no debería haber matado.
(EDIPO entra precipitadamente al palacio.
Los dos pastores se marchan, cada uno por su lado)