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Un desierto habitado se contradice semánticamente. El término Conquista del Desierto, por ende, encierra un significado contradictorio por cuanto difícilmente se puede conquistar lo que no tiene dueño y, aún así, tampoco era ese el caso del territorio argentino a principios del siglo XIX. En aquel entonces, pueblos originarios de la zona, como los Mapuches, Pehuenches, Ranqueles, Voroganos y Tehuelches, mantenían relaciones comerciales con los criollos. Sin embargo, la campaña militar que inició Juan Manuel de Rosas en febrero de 1833 fue denominada Expedición al Desierto, en la cual participaron cerca de 3.800 soldados. Mediante una estrategia en la que combinó coacción física y "política de indios amigos", que consistía en alianzas con determinadas tribus, Rosas ganó 2.900 leguas cuadradas de tierras. Esta campaña fue el primer antecedente importante de lo que vendría después.
En 1877, tras la muerte de Adolfo Alsina, Julio Argentino Roca lo reemplazó como ministro de Guerra, y reformuló la estrategia para con los indios por completo. La nueva operación se denominó Conquista del Desierto y contó con 6 mil soldados que emprendieron una breve pero efectiva campaña, entre agosto de 1878 y mayo de 1879. La consigna era someter a los pueblos indígenas mediante rápidos e inesperados golpes.