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Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM
El autor de esta obra nos habla sobre que el sistema económico llamado "capitalismo" presenta, por su ciclicidad, crisis económicas que son producto de diversos factores entre los cuales se cuenta la caída de la rentabilidad de las empresas que tienen un costo de capital elevado. Afirma que la centralización productiva induce al monopolio, lo cual distorsiona la libre competencia que es el mecanismo fundamental para la fijación de precios en la economía, es decir, la intersección entre las variables oferta y demanda. Comenta acertadamente que los nuevos órdenes económicos mundiales se originan en conflictos sociales diversos, particularmente en las guerras que distorsionan el sistema de libre competencia. El autor se concentra en explicar cómo la posición económica de los Estados Unidos de América en esos años afectó negativamente a las economías de la región latinoamericana. Para fines de los años veinte los Estados Unidos eran un exportador de capitales y de productos innovadores (autos y electrodomésticos) hacia los países latinoamericanos, cuyas economías estaban muy concentradas en la exportación de materias primas (sector agrícola y petróleo).
Pero ¿qué fue en pocas palabras el Crack del 29? Fue la caída estrepitosa del valor de las acciones de las principales empresas públicas en la Bolsa de Valores de Nueva York, que se originó por los especulativos manejos financieros según investigaciones clásicas de este tema de los autores J. K. Galbraith y Ch. Kindleberger. Sin embargo el doctor González Molina sostiene que el verdadero factor que originó este desplome financiero fue un deterioro en las utilidades del sector industrial estadounidense (carbón, siderurgia, telégrafos, ferrocarriles y puertos). El autor plantea una relación causa-efecto entre este desplome financiero que limitó la exportación de capitales a Latinoamérica con el comienzo incipiente de la industrialización del subcontinente latinoamericano. Cabe mencionar que la crisis de 1929 marca un hito en el desarrollo capitalista porque presenta ya lo que se describe como "fase superior del capitalismo" (el imperialismo). Llama la atención que el autor relacione de manera directa al capitalismo con el imperialismo puesto que en la historia del mundo han existido otros imperios poderosos y hegemónicos que no se relacionaban con el capitalismo como el imperio romano, por citar uno. Por otro lado en aquellos años, al mismo tiempo que los Estados Unidos ascendían de manera vertiginosa en el protagonismo mundial, Inglaterra perdía su monopolio financiero internacional a pasos acelerados dejando de ser una potencia exportadora.
Hay que resaltar cómo los Estados Unidos comenzaron a resolver el fuerte desempleo generado por la recesión que estalló en el Crack del 29 al hacer un ejercicio de heterodoxia económica para recuperar la "demanda efectiva" y estimular el crecimiento; este ejercicio dio origen al Estado Benefactor del New Deal proponiendo un aumento sensible en el gasto público; apoyo económico a desempleados y asistencia social, atacaba fundamentalmente la caída de la inversión privada, era de hecho una respuesta poderosa al movimiento obrero de la época y a la influyente alternativa del no capitalismo. También es irónico como la reconstrucción económica alemana se fundamentó en préstamos internacionales provenientes de los Estados Unidos, acumulando al final de los años veinte, deuda de largo plazo por siete mil quinientos millones de dólares. Esa reconstrucción no sólo fue económica sino que permitió en los años treinta el surgimiento de un Estado fascista en Alemania que acabó por desconocer buena parte de esta deuda.
Los impactos en América Latina fueron diversos: se encarecieron sus importaciones y el precio internacional de las materias primas bajó; al mismo tiempo la región tenía que amortizar deuda por 660 millones de dólares, es decir el triple de sus entradas de capital. Esto llevó a que en 1935, 85% de los bonos en dólares de Latinoamérica estuviera en moratoria. Para la Argentina, que tenía un producto per cápita similar a los países europeos, el impacto de la crisis fue mucho menor que para el resto de la región, cuyo producto per cápita era cinco veces inferior. Es interesante anotar cómo las políticas proeuropeas del presidente Porfirio Díaz no eran bien vistas en Washington, por lo que los estadounidenses no fueron imparciales durante el proceso de la Revolución Mexicana y permitieron a Francisco I. Madero residir en los Estados Unidos y preparar su lucha armada.
El subcontinente latinoamericano tuvo que dar un viraje en su visión de desarrollo económico a raíz de la crisis de los años treinta dejando de ver a Europa como centro económico mundial para comenzar, de manera forzada, a ser más influido y dependiente de las decisiones económicas de los Estados Unidos.