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agua es el recurso indispensable que el hombre ha necesitado desde que existe como tal. Desde hace más de un siglo, a partir de la Revolución Industrial, y con mayor velocidad desde hace 50 años, los recursos hídricos se han degradado y muchos han sido eliminados, hasta el punto de poner en peligro la existencia de las denominadas sociedades desarrolladas.
Aunque existe mucha agua en el mundo, la mayor parte no es apta para el consumo y está mal distribuida en el planeta. El 97% del agua global se reparte en mares y océanos, y al ser salada no es apta para las actividades del hombre. El 3% del líquido restan te es dulce, pero unas tres cuartas partes de ese porcentaje está concentrado en los casquetes polares y en los glaciares; en conclusión, sólo el 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible.
A escala mundial, el empleo del agua dulce se reparte en 65% para la agricultura, 27% para la industria y 8% para uso doméstico. El agua dulce puede sufrir tres problemas: escasez, exceso y suciedad o contaminación. En cuanto a la pureza, debido a actividades como la agricultura, la industriales y la minera entre otras, el deterioro de su calidad por contaminación la transforma en no apta para el consumo.
"La contaminación hídrica es uno de los grandes problemas ambientales nacionales", dice José Luis Inglese, de la Asociación Argentina de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente. En forma constante, los ríos y lagos del territorio reciben residuos tóxicos descontroladamente, contaminando así un recurso irrecuperable. En estado agónico están las cuencas Matanza-Riachuelo, Reconquista, Luján, del Plata y Salí- ésta en el norte del país, más el lago San Roque, en Córdoba.
Las cargas y descargas del transporte de petróleo entre los puertos patagónicos, Bahía Blanca y Buenos Aires producen riesgos de contaminación a lo largo de la costa atlántica. Martín Delucchi, consultor de Unicef, dice que el 90 por ciento de los líquidos que se vuelcan en los distintos cauces del país no tienen tratamiento alguno y afectan, en algunos casos, las tareas de las plantas potabilizadoras. El déficit de los servicios de agua potable se concentra mayoritariamente entre los pobladores con necesidades básicas insatisfechas de la periferia de los conglomerados urbanos y en las áreas rurales, entre los que se destacan el Gran Buenos Aires y las provincias del Norte, donde las poblaciones aborígenes están en situaciones de gran fragilidad.
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