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La virtud de la diligencia es una virtud clave que nos ayuda enormemente en nuestra vida espiritual, al punto que su vicio contrario, la acedia, es considerado uno de los más peligrosos. La vida de los monjes es dedicada ampliamente a la diligencia, ya sea en las largas oraciones que realizan como en su gran cantidad de trabajos de carpintería o jardinería. En nuestra vida cotidiana, la diligencia tiene un amplio valor, ya que nos mueve a:
1-Ayudar a los demás y a ser presurosos en socorrer al necesitado, a no sentirnos cansados sino gratificados por el trabajar por el otro.
2-A orar con frecuencia y sin aburrimiento, sino disfrutando cada palabra al punto que un tiempo largo parezca corto.
3-A trabajar dando nuestro máximo potencial, esforzándonos al máximo y haciéndolo con alegría.
4-A aprovechar nuestro tiempo, sacando algo productivo de cada minuto de nuestra vida y haciéndola mucho más plena y más feliz.