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La tragedia
La tragedia es el género dramático tradicional que se contrapone a la comedia.
Son obras que tratan asuntos terribles con desenlaces fatídicos. En este género el destino de los personajes acaba encaminándolos hacia la muerte y la destrucción. En las tragedias intervienen personajes ilustres o heroicos.
La tragedia tiene su máximo punto de inflexión en las clásicas Grecia y Roma y renacen a partir del Renacimiento y el Siglo de Oro en Inglaterra, Francia y España en los siglos XVI y XVII. Desde el siglo XIX la tragedia adopta la forma de drama. En este caso, en lugar de enfrentar a los protagonistas con una fuerza ciega a la que no pueden hacer frente, los sitúa frente a conflictos morales, con sus pasiones, sus temores o sus inquietudes morales y personales.
La comedia
La comedia se sitúa en contraposición a la tragedia. Los personajes de estas obras suelen ser hombres y mujeres comunes a menudo ridiculizados o caricaturizados y puestos frente a situaciones absurdas o irrisorias donde únicamente se busca la diversión de los espectadores. Su desenlace es siempre placentero y optimista y tienen como objetivo el reconocimiento de errores de la condición humana a través de la risa, así como la crítica a instituciones a través de enredos y equívocos en situaciones.
Nuevamente, en Grecia y Roma nació esté género y a partir de los siglos XVI y XVII se reforzó. Desde el siglo XIX y hasta la actualidad es junto al drama el género de mayor vitalidad.
El drama
Del drama ya hemos hablado previamente. Es un género teatral cuyo objetivo es mostrarse como un reflejo de la vida. Los personajes viven situaciones y se colocan frente a conflictos cercanos a los vividos por los espectadores. El drama puede tener una visión más cercana a la tragedia o por el contrario acercarse más a la comedia.
Los géneros dramáticos menores
Los géneros dramáticos menores se conocen así porque su principal característica es que son obras de corta extensión. Los géneros dramáticos menores más conocidos son el entremés, el paso, el sainete, la farsa, el monólogo y el vodevil.
El entremés es una pieza teatral cómica de un solo acto y con trama jocosa que nace en España en el siglo XVI. Los entremeses eran representados en los intermedios de las jornadas de una obra. El paso es parecido al entremés, de hecho se considera su antecedente, es una pieza de breve duración, asunto cómico y con tratamiento sencillo que generalmente se intercala entre los actos de las comedias. El sainete es también una pieza jocosa, con carácter y argumento popular donde se ridiculizan los vicios y las convenciones sociales. El sainete deriva del entremés.
La farsa es una pieza cómica destinada fundamentalmente a hacer reír. La diferencia entre farsa y comedia, además de la extensión de la obra, es que en el primer caso no hay obligatoriamente que desarrollar temas convincentes o que sean cercanos a la realidad.
El monólogo es una pieza dramática interpretada por un solo actor, aunque en ella intervengan varios personajes. Normalmente en los monólogos se lanzan parlamentos o mensajes de extensión superior a lo habitual en los diálogos.
Por último el vodevil es una comedia muy aligerada con canciones y bailes que tiene carácter frívolo, alegre y con asunto amoroso, mucha intriga y enredo. El vodevil fue muy popular en la Francia de los siglos XVIII y XIX.