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Un buen día me tropecé con una frase o mejor dicho un principio de Hipócrates que rezaba: "que tu medicina sea tu comida", y me tentó la curiosidad de investigar el significado de tal aserción
Nunca anteriormente había cuestionado mi modo de alimentarme y por supuesto tampoco las consecuencias que podrían derivarse del mismo, ya que como la inmensa mayoría, había aceptado pasivamente patrones al respecto heredados por mis ancestros que a su vez aceptaban sumisamente las costumbres también heredadas por los suyos.
Decidí investigar la relación entre la salud del cuerpo y los alimentos como combustible del mismo, así como la relación entre un alimento natural y el "mismo", una vez manipulado o procesado hasta llegar a las estanterías de las tiendas o mercados, y comencé a darme cuenta de que el procesamiento destruía una cantidad inmensa de principios vitales y añadía una miríada de conservantes, estabilizantes, edulcorantes, espesantes, colorantes; en fin, una inmensa lista de ...antes ocultos o, enmascarados bajo la apariencia inofensiva de e- xxx.
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