• Asignatura: Castellano
  • Autor: MaFerbu
  • hace 4 años

Final distinto para romeo y Julieta a modo de guion por favor


RauldelaCantuta: puede ser un final absurdo?

Respuestas

Respuesta dada por: mariachj73
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Explicación:

—Si pretendes engañarme… —dijo el muchacho.

—Te juro que había dejado aquí el dinero —argumentó la mujer.

Por un instante, la mujer sospechó que quizá el propio muchacho, cuando ella le ofreció su espalda, había aprovechado para robarla. Pero en tal caso, ¿qué remedio? Tal vez le pegaría y se llevaría lo poco de valor que restaba en la casa. Con un poco más de suerte, le haría el favor de matarla.

—Se lo contaré todo a tu marido —dijo por fin Nazareno, el prostituto.

Julieta primero lo miró perpleja. Y luego estalló en una carcajada.

El prostituto le cruzó la cara de un tremendo cachetazo. Julieta paró de reír, y lo miró con admiración. En su rostro, todavía flotaba el resto de una sonrisa. De pronto supo que aquel muchacho no le había robado.

—¿De verdad se lo quieres contar a mi marido?

El muchacho la miró violentamente, en silencio.

—Él te pagaría el doble por escuchar —remató la mujer—. Creo que volvería a tocarme si supiera que alguien me ha tocado, aunque sea por dinero.

El muchacho chistó. No quería hacerle daño a la vieja. Tenía que seguir trabajando: solo quería cobrar y marcharse.

—¿Por qué me has llamado Romeo? —preguntó.

—¿Cuándo? —preguntó ella, como si lo hubiera olvidado.

—Cuando te pusiste en cuatro patas, cuando aferraste el respaldar de la cama, cuando me pediste que te sometiera… ¿por qué me llamaste Romeo?

Julieta sonrió. Esta vez con una sonrisa triste. Una lágrima le nubló el ojo izquierdo.

—Te pagaré el doble —dijo la mujer—. Si me permites no responder.

—Ni siquiera me has pagado lo que corresponde —respondió Nazareno—. Al menos cuéntame la historia mientras piensas con qué pagarme.

Julieta se pasó la mano por la boca. ¿Acaso la vieja quería impedir que se marchara

, pensó Nazareno. En ese caso, no dudaría en golpearla hasta que le pagara. La idea lo excitó. Pero entonces ella dijo:

—¿Puedo pagarte con mi historia?

—Estás loca… —dijo Nazareno.

—Te la contaré, y tú decidirás.

—Ya lo he decidido: págame.

—Te la contaré mientras sigo buscando el dinero. Yo soy Julieta Capuleto.

Ahora fue Nazareno el que estalló en una carcajada.

—Y yo soy Romeo Montesco —gritó.

—Te le pareces más de lo que imaginas. Aunque (echó un vistazo a sus calzas), lo aventajas en ciertos aspectos.

—Todas las Julietas creen ser Capuleto. Pero la única está muerta y enterrada. Yo he visto su tumba, e incluso le he dejado flores.

—Muerto está el tuyo también, luego de que me lo has enterrado. Y sin embargo, bien lo sabes, en menos de una hora se levantará. ¿Por qué no podría resurgir yo de la tumba fría?

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