Respuestas
Respuesta:
A la luz del modelo de desarrollo socioeconómico que nuestro país ha experimentado en los últimos años, bien se podría establecer una similitud/disimilitud entre Costa Rica y el Antiguo Egipto, siendo consciente de que han mediado más de 3.500 años entre la XVIII dinastía faraónica y la época actual. En Egipto, el personaje central y depositario del poder era el rey o faraón, que a la vez gozaba de una condición de emisario divino. Su influencia en el acontecer histórico egipcio fue tan categórica que una seguidilla de herencias dinásticas en el sitial de mando no se consideraba deplorable ni mucho menos cuestionable. En Costa Rica hemos visto una condición análoga durante las últimas décadas. La función del mandatario que ha sido elegido por medio de la voluntad popular, gracias a Dios, se carga inicialmente de muy buenas intenciones, aunque no sabemos si esos mansos y románticos deseos le son inherentes o preconcebidos, además, como la carne es débil y flaca, algunos de ellos tienden a sucumbir ante el anhelo de ver desfilar en el trono todo un linaje familiar en secuencia. Figura del canciller sabio. El faraón delegaba lo relacionado con asuntos de gobierno en un canciller o visir, figura política sobre quien recaían los poderes ejecutivo y legislativo. Cabe destacar que el visir debía cumplir el requisito de ser sabio entre sabios. Si en nuestro país existiera este esquema político, ¿se le exigiría al funcionario sapiencia? ¿O resultaría también electo por el fruto de su sagacidad y astucia? El canciller egipcio era asistido en sus tareas por una enorme cantidad de colaboradores de todo tipo de pelaje. Lo mismo, o al menos, algo que se le parece y mucho, encontramos en el aparato legislativo nacional, donde los funcionarios reciben el apoyo de asesores, obviamente remunerados. ¿Cómo sería el desempeño de los legisladores si se cuantificara su labor enteramente desnatada del rol asesor?
Explicación: