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La administración colonial europea en América, Asia y Oceanía, fue de signos diferentes, dependiendo de las épocas y fortalezas de los imperios respectivos.
El imperio inglés, antes del siglo XVIII tuvo como organización administrativa un sistema de concesiones coloniales que cumplía dos propósito: el pago de deudas de la Corona y el avance sobre territorios, esto cambió con la creación del Asiento de Esclavos que sirvió como empresa privilegiada funcional en África.
A partir del siglo XVIII el imperio inglés fue, progresivamente aumentando los controles sobre sus colonias, tanto en el Caribe Oriental como en el resto del mundo, aunque en lo político garantizó suficiente autonomía a los colonos.
El imperio francés y el holandés manejaron una organización administrativa basada en el sistema de plantaciones, en el que los colonos gozaban de cierta autonomía política y financiera, pero debían tributar, mediante compañías privilegiadas a la Corona.
El imperio portugués en una fase inicial emprendió un sistema de concesiones que le sirvió para colonizar efectivamente el territorio americano, pero luego instituyó un sistema virreinal en el que se fomentó una élite cortesana en Brasil, al tiempo que se empleaba un sistema de factorías en África.
El imperio español en una primera fase emprendió un sistema polisinodial en el que las decisiones se tomaban desde un complejo entramado de consejos, luego este sistema fue sustituido por un sistema de intendencias en el que se restringieron las autonomías coloniales y se centralizó el control político y financiero en la Metrópoli.