Un día, cuando yo estaba sentado en mi negocio, apareció un chino que quería
venderme algunas cosas. Habló un rato y después, haciéndose el distraído, con un movimiento rápido agarró la bolsita que estaba sobre el mostrador y se fue, sin siquiera
tratar de esconderla.
Yo salí detrás de él, lo seguí unas cuadras y finalmente lo tomé de la ropa y le
pedí que devolviera lo que me había robado. El chino no pareció ni siquiera preocuparse;
dijo que yo estaba loco y trató de alejarme.
Como empezamos a discutir, algunas personas se acercaron a curiosear. Me
aconsejaron que fuera a ver al juez, para que éste hiciera justicia. Cuando el juez nos
preguntó la razón de nuestra visita, el chino respondió inmediatamente: -¡Que el juez
viva muchos años! Ésta es mi bolsita. Yo la había perdido ayer. Estuve toda la noche
sin dormir, y hace un rato la encontré sobre el mostrador de este hombre.
-¿Y qué contiene tu bolsita?- preguntó el juez al hombre.
-En mi bolsita, señor, hay dos vasijas de cristal, un pañuelo pintado, dos frascos
vacíos, un almohadón, una aguja de tejer, dos asnos, una cama, una vaca, dos terneros,
una oveja, una familia de camellos, un dromedario de carrera, un palacio, un búfalo, un
diván, un jovencito y su hermana y toda una asamblea de chinos como yo que me
servirán de testigos.
-Ya he escuchado al chino. ¿Qué es lo que tú tienes para decirme? –me
preguntó.
Yo estaba un poco confundido por lo dicho por el juez, pero pude responder.
-¡Que Alá proteja al gran juez! Yo sé que el chino miente. En esa bolsita, que es
mi bolsita, hay un edificio en ruinas, una casa sin terminar a la que le falta la cocina, una
escuela, una cueva de ladrones chinos, cinco jóvenes, doce niñas, un bastón de pastor
de ovejas y un ejército de comerciantes dispuestos a testificar que lo que digo es verdad.
No había terminado de hablar cuando el chino empezó de nuevo.
-No le creas, ¡oh juez! Además de lo que te he detallado, en la bolsita hay dos
ciudades, un juego de magia, una burra, dos valijas, un joven aburrido, un capitán, un
juez y dos testigos que no son chinos, decididos a defenderme, porque ésta bolsita es
mi bolsita.
El chino volvió a darme la palabra: -¿Quieres decir algo más tú también?
-Sí, señor, por supuesto. En esa bolsita, que es mi bolsita hay, además de lo que
ya te he dicho, una medicina para calmar el dolor de cabeza, un grupo de brujas, una
pareja de enamorados, veinte bailarinas, cinco griegos, tres indias, cincuenta turcas,
ochenta chinas, cien chinos, un clavo, un clarinete, un palacio y un vendedor de piedras
preciosas. Y además contiene un féretro que será para el juez si éste no quiere
reconocer mis derechos y hacerlos valer.
El juez dio por terminado el tiempo de conversar y dijo: -¡Que Alá nos guarde,
esta bolsita contiene el mundo entero!
En seguida, para comprobar si habíamos dicho la verdad, mandó que abrieran
la bolsita ante testigos. En ese momento se vio que adentro no había más que
cáscaras de naranja y carozos de aceitunas. Entonces el juez, con cara de
asombro me miró.
-No hay duda, esta bolsita es la del chino. Seguro que la mía la escondió por ahí,
en algún lugar -dije yo, y me fui.
De Las mil y una noches; Buenos
Aires, Atlántida, 1978
Comprensión lectora:
1. ¿Quién narra esta historia?
2. ¿Qué características tiene el contenido de la bolsita que supuestamente es del
chino? ¿Por qué miente acerca de su contenido?
3. ¿Por qué el comerciante estaba un poco confundido al responder acerca del
contenido de su bolsita?
4. ¿De qué manera el chino fundamenta ante el juez que la bolsita es suya?
5. ¿De qué manera el chino y el comerciante intentan presionar al juez para que
falle a favor de cada uno de ellos?
Respuestas
Respuesta dada por:
0
Explicación paso a paso:
me puse asi:v ¯\_(ツ)_/¯
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