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El camino que han transitado las mujeres científicas en México y en el mundo no ha sido fácil. Lo digo porque lo he experimentado, soy mujer y científica. Por increíble que parezca, en pleno siglo XXI, aún nos topamos con comentarios como: “ese es un trabajo para hombres”, “deberías dedicarte a otra cosa”, “¿y para cuándo los hijos?”, “las mujeres son muy sentimentales y pierden objetividad”, “¿para qué quieres trabajar si no te falta nada?”. Esta es una realidad que vivimos muchas de nosotras. A decir verdad, una de las preguntas más frecuentes que surgen entre nosotras es: ¿cómo lograr un balance perfecto entre nuestro rol profesional y el personal?, ¿por qué tendríamos que sacrificar uno de los dos? Necesitamos generar mecanismos que favorezcan un ambiente de trabajo colaborativo y equitativo donde no se hagan distinciones o se discrimine por aspectos como género, edad, estado civil, familia, religión o procedencia; sino más bien enfocado a los logros y las aportaciones del estudio y desarrollo de la ciencia.
En el Sistema Nacional de Investigación (SNI) de México, de todos los científicos que conforman el padrón, solo 37 % son mujeres (Conacyt, 2019). En América Latina y el Caribe el porcentaje es un poco más prometedor ya que, en promedio, de todas las personas empleadas en el área de investigación y desarrollo científico en el 2015, 45.4 % fueron mujeres y en todo el mundo, 28.8% de los puestos de investigación están ocupados por mujeres (UNESCO, 2018). Existen muchos factores que frenan el desarrollo de las mujeres en ciencia, como la desigualdad económica, pues esta conlleva que menos personas accedan a carreras científicas. En la mayoría de los ámbitos profesionales los puestos de alto rango en compañías multinacionales son otorgados a hombres. Existe un diferenciador salarial entre lo que perciben hombres y mujeres, aunque las responsabilidades sean las mismas. En otros países como Finlandia, Suecia o Alemania, los permisos de maternidad son compartidos, incluso hay incentivos para aquellas parejas en las que el hombre decida tomar más tiempo. En México aún queda mucho por hacer para que las mujeres puedan crecer profesionalmente sin descuidar el desarrollo personal o familiar. Tenemos que avanzar en este sentido si queremos tener un mejor país y una sociedad más justa.Rosalind Franklin (1920-1958) hizo importantes descubrimientos de la estructura del ADN. Margaret Hamilton (1936) desarrolló el software de navegación para el programa espacial Apolo, se le atribuye el término “Ingeniería de Software”, fue una de las primeras mujeres en trabajar en la NASA. Marie Curie (1867-1934) (personalmente, mi heroína) fue la única en la historia en ganar dos premios Nobel - uno en física por sus investigaciones sobre el fenómeno de radiación, y uno en química, al descubrir los elementos Radio y Polonio. Mae Jemison (1956) fue la primera mujer afroamericana en viajar al espacio. Ada Yonath (1939), primera israelí en ganar un Nobel gracias a su trabajo al dilucidar la estructura de los ribosomas tuvo que luchar contra la incredulidad de la comunidad científica. Frances H. Arnold (1956) fue pionera en ingeniería genética mediante la evolución dirigida para crear enzimas. Tu Youyou (1930) ganó el Nobel en Medicina por incorporar la medicina tradicional china a la ciencia tradicional y así obtener artemisina, que se usa actualmente para curar la malaria.