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14 de enero de 2009.- El Homo sapiens emergió en África hace unos 180.000 años. Tuve la ocasión de admirar el cráneo descubierto por mi colega Tim White de la Universidad de Berkeley en Herto (Etiopía); con su hallazgo, el origen de nuestra especie se retrasaba en unos decenas de miles de años.
En la actualidad se debate una hipótesis que defiende la expansión de nuestra especie hacia el mediterráneo desde África centrooriental, pasando por el corredor que abre el Río Nilo, de Sur a Norte.
Ahora, los estudios realizados por un equipo del Bristol, Isotopic Group, publicados estos días en la revista PNAS ('Proceedings of the National Academy of Sciences'), aportan pruebas acerca de la posibilidad de la existencia de un río en Libia en el Pleistoceno, que abriría un corredor verde de Norte a Sur en el estadio Isotópico 5, hace entre 130.000 a 117.000 años; posteriormente, este corredor desapareció y así fue como la gran barrera del Sáhara separó el Norte de África, durante el resto del Pleistoceno.
En mi opinión, la difusión hacia el Mediterráneo, según esta hipótesis, lo que hace es avalar la posible existencia de una doble o triple ruta de expansión del Homo sapiens desde el centro de África hacia el Norte en su dispersión hacia Euroasia. En este sentido, al corredor del Nilo y el que constituían las plataformas litorales se añadiría la nueva ruta que circularía por medio del continente.
Son nuevas hipótesis a la luz de nuevos datos procedentes de la investigación de campo que han de permitir avanzar en el conocimiento la evolución y de la extensión del Homo sapiens por el planeta. Nuestros antepasados de especie primero emergieron de África para extenderse por Asia hace unos 100.000 años y a Australasia hace unos 60.000; más tarde, hace unos 45.000 años, alcanzaron Europa y, finalmente, hace unos 35.000 años, el continente americano.
El planeta Tierra ahora sólo está ocupado por una especie del género Homo, nosotros, Homo sapiens. Es importante conocer datos sobre cómo salimos de nuestra cuna, por dónde y cuántas veces. Cuanto más se investiga, más conocimiento tenemos de nuestros orígenes y de nuestra movilidad, pero siguen quedando dudas y aparecen nuevas preguntas que nuestra especie debe resolver para poder progresar.
Éste es el año Darwin. Hoy pues, más que nunca, debemos procurar que la ciencia de la evolución no sea sólo un paradigma de conocimiento científico, sino que constituya una base social y empírica para el desarrollo y buen funcionamiento de la sociedad.
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