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Un texto genial, como otros de Ricardo Gómez.
El relato se inicia con el conflicto y acaba con él. No hay un inicio, ni una situación final, ni resolución. El narrador elige un fragmento de la vida de Sebastian y el protagonista nos la cuenta a través de capítulos cortas que fragmentan la narración. Y, a medida que relata su día a día, rememora fragmentos del pasado, piezas de su vida pasada que le ayudan a entender sus propios conflictos y los que vive su madre.
Entre los fragmentos de la vida de Sebastian, se mezclan otros capítulos con un narrador en tercera persona y en pasado, que nos introducen en las vidas de quienes creemos que nos son ajenos.
Hay que llegar a las últimas páginas para conocer qué une la vida de estos personajes. Pero no quiero engañarle, esto no es un thriller da igual si desde las primeras páginas lo sabe porque aquí lo bueno es que el lector ve un conflicto que el protagonista desconoce.
“Sebastian es un adolescente madrileño que vive solo con su madre. Su afición por los videojuegos le lleva a aceptar la oferta de una empresa que le propone probar simuladores. Como parece tener aptitudes y buena reputación (se le conoce en el ambiente como «el Asesino»), las propuestas que le llegan son cada vez más exigentes y comienza a probar simuladores de drones, aviones sin piloto que atacan zonas en guerra. El relato de vida de Sebastian se entrecruza con varias historias que narran lo que sucede al otro lado de su pantalla.”
Discursivamente, Gómez se sitúa en la línea de los relatos publicados últimamente, y que hemos comentado en el blog, opta por una escritura que se complejiza y que alterna discursos diferentes. Adivina: