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1. Fragmento de “Poderoso caballero es don Dinero” de Francisco de Quevedo
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
2. Fragmento de “En el campo” de Julián del Casal.
Más que al raudal que baja de la cumbre,
Quiero oír a la humana muchedumbre
Gimiendo en su perpetua servidumbre.
El rocío que brilla en la montaña
No ha podido decir a mi alma extraña
Lo que el llanto al bañar una pestaña.
Y el fulgor de los astros rutilantes
no trueco por los vividos cambiantes
del ópalo, la perla o los diamantes.
3.Fragmento de “Recuerdos de Iza” de Carlos Pellicer
Sus mujeres y sus flores
hablan el dialecto de los colores.
y el riachuelo que corre como un caballo,
arrastra las gallinas en febrero y mayo.
Pasan por la acera
lo mismo el cura, que la vaca y que la luz postrera.
Aquí no suceden cosas
de mayor trascendencia que las rosas.
Como amenaza lluvia
se han vuelto morena la tarde que era rubia.
4. “Coplillas a un poeta muerto” de Pedro Garfias
Combatió con los nombres
y los redujo a cero.
Y se fue con los hombres,
a fuer de hombre sincero.
Caminó por el río
constelado de hervores
o celeste de frío
con los mismos fervores.
Tuvo un bote, una vela,
una mar, un empeño.
Y este viento que hiela
no le cuajó su sueño.
Se fue por donde vino
¡ay, Dios, de qué manera!
con un fuego de vino
quemando su quimera.
Fue tan triste su suerte,
vivió tan solo y viejo,
que ni su propia muerte
acompañó el cortejo.
Y se fue buen camino,
caminante serrano
derecho a su destino,
con su vida en la mano.
5. Fragmento de “Creo en mi corazón” de Gabriela Mistral
Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.
Creo en mi corazón, el que no pide
nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado:
¡inmenso dueño!
Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el franco herido,
para subir de la piscina viva
recién nacido
6. Fragmento de “Letanías de la tierra muerta” de Alfonsina Storni
Llegará un día en que la raza humana
Se habrá secado como planta vana,
Y el viejo sol en el espacio sea
Carbón inútil de apagada tea.
Llegará un día en que el enfriado mundo
Será un silencio lúgubre y profundo:
Una gran sombra rodeará la esfera
Donde no volverá la primavera;
La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
7. Fragmento de “Tu dulzura” de Alfonsina Storni.
Camino lentamente por la senda de acacias,
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.
Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
8. “Soneto XXX” de Garcilaso de la Vega
Sospechas, que en mi triste fantasía
puestas, hacéis la guerra a mi sentido,
volviendo y revolviendo el afligido
pecho, con dura mano noche y día;
ya se acabó la resistencia mía
y la fuerza del alma; ya rendido
vencer de vos me dejo, arrepentido
de haberos contrastado en tal porfía.
Llevadme a aquel lugar tan espantable,
que, por no ver mi muerte allí esculpida,
cerrados hasta aquí tuve los ojos.
Las armas pongo ya, que concedida
no es tan larga defensa al miserable;
colgad en vuestro carro mis despojos.
9. “A Juan de Villegas” de Luis de Góngora
En villa humilde sí, no en vida ociosa,
Vasallos riges con poder no injusto,
Vasallos de tu dueño, si no augusto,
De estirpe en nuestra España generosa.
Del bárbaro ruido a curiosa
Dulce lección te hurta tu buen gusto;
Tal del muro abrasado hombro robusto
De Anquises redimió la edad dichosa.
No invidies, oh Villegas, del privado
El palacio gentil, digo el convento,
Adonde hasta el portero es Presentado.
De la tranquilidad pisas contento
La arena enjuta, cuando en mar turbado
Ambicioso bajel da lino al viento.
10. “A Francisco de Quevedo” de Luis de Góngora
Anacreonte español, no hay quien os tope,
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
2. Fragmento de “En el campo” de Julián del Casal.
Más que al raudal que baja de la cumbre,
Quiero oír a la humana muchedumbre
Gimiendo en su perpetua servidumbre.
El rocío que brilla en la montaña
No ha podido decir a mi alma extraña
Lo que el llanto al bañar una pestaña.
Y el fulgor de los astros rutilantes
no trueco por los vividos cambiantes
del ópalo, la perla o los diamantes.
3.Fragmento de “Recuerdos de Iza” de Carlos Pellicer
Sus mujeres y sus flores
hablan el dialecto de los colores.
y el riachuelo que corre como un caballo,
arrastra las gallinas en febrero y mayo.
Pasan por la acera
lo mismo el cura, que la vaca y que la luz postrera.
Aquí no suceden cosas
de mayor trascendencia que las rosas.
Como amenaza lluvia
se han vuelto morena la tarde que era rubia.
4. “Coplillas a un poeta muerto” de Pedro Garfias
Combatió con los nombres
y los redujo a cero.
Y se fue con los hombres,
a fuer de hombre sincero.
Caminó por el río
constelado de hervores
o celeste de frío
con los mismos fervores.
Tuvo un bote, una vela,
una mar, un empeño.
Y este viento que hiela
no le cuajó su sueño.
Se fue por donde vino
¡ay, Dios, de qué manera!
con un fuego de vino
quemando su quimera.
Fue tan triste su suerte,
vivió tan solo y viejo,
que ni su propia muerte
acompañó el cortejo.
Y se fue buen camino,
caminante serrano
derecho a su destino,
con su vida en la mano.
5. Fragmento de “Creo en mi corazón” de Gabriela Mistral
Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.
Creo en mi corazón, el que no pide
nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado:
¡inmenso dueño!
Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el franco herido,
para subir de la piscina viva
recién nacido
6. Fragmento de “Letanías de la tierra muerta” de Alfonsina Storni
Llegará un día en que la raza humana
Se habrá secado como planta vana,
Y el viejo sol en el espacio sea
Carbón inútil de apagada tea.
Llegará un día en que el enfriado mundo
Será un silencio lúgubre y profundo:
Una gran sombra rodeará la esfera
Donde no volverá la primavera;
La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
7. Fragmento de “Tu dulzura” de Alfonsina Storni.
Camino lentamente por la senda de acacias,
me perfuman las manos sus pétalos de nieve,
mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.
Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve...
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
8. “Soneto XXX” de Garcilaso de la Vega
Sospechas, que en mi triste fantasía
puestas, hacéis la guerra a mi sentido,
volviendo y revolviendo el afligido
pecho, con dura mano noche y día;
ya se acabó la resistencia mía
y la fuerza del alma; ya rendido
vencer de vos me dejo, arrepentido
de haberos contrastado en tal porfía.
Llevadme a aquel lugar tan espantable,
que, por no ver mi muerte allí esculpida,
cerrados hasta aquí tuve los ojos.
Las armas pongo ya, que concedida
no es tan larga defensa al miserable;
colgad en vuestro carro mis despojos.
9. “A Juan de Villegas” de Luis de Góngora
En villa humilde sí, no en vida ociosa,
Vasallos riges con poder no injusto,
Vasallos de tu dueño, si no augusto,
De estirpe en nuestra España generosa.
Del bárbaro ruido a curiosa
Dulce lección te hurta tu buen gusto;
Tal del muro abrasado hombro robusto
De Anquises redimió la edad dichosa.
No invidies, oh Villegas, del privado
El palacio gentil, digo el convento,
Adonde hasta el portero es Presentado.
De la tranquilidad pisas contento
La arena enjuta, cuando en mar turbado
Ambicioso bajel da lino al viento.
10. “A Francisco de Quevedo” de Luis de Góngora
Anacreonte español, no hay quien os tope,
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.
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