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Respuesta:
En la religión oficial se ruega a los dioses y se les ofrece sacrificios para la prosperidad de la ciudad. En los cultos de los misterios se trata de obtener, mediante la iniciación, promesas de vida feliz en el más allá. Pero los hombres, tanto en la Antigua Grecia como en los demás lugares en la Antigüedad, deseaban algo más: querían conocer la voluntad de los dioses en el presente y en el futuro, saber de antemano lo que ocurriría en el futuro. Aquí es donde interviene la adivinación en la Antigua Grecia.
Presagios
Prodigiosos, pues todo espectáculo normal o maravilloso, todo nacimiento de un monstruo animal o humano es un signo temible. En Plutarco, Pericles, 6, el nacimiento de un carnero de un solo cuerno en una alquería perteneciente a Pericles lo interpretan de forma diferente el adivino Lampón y el filósofo Anaxágoras.
Atmosféricos: la lluvia, el trueno, «son signos de Zeus» (diosemeiai).
Visuales: cualquier encuentro inesperado, sobre todo por la mañana al salir de casa, es de buen o mal augurio.
Acústicos: cualquier palabra que se escucha de improviso, cualquier grito o sonido inesperado es un cledón (presagio auditivo) susceptible de interpretación.
Fisiológicos: cualquier movimiento involuntario producido por la epilepsia (la «enfermedad sagrada») o, sencillamente, un zumbido de oídos o un estornudo tienen un significado, pues la voluntad del hombre no interviene en absoluto.