Explica cómo en la antigüedad se accedia al poder, cómo se justificaba (origen divino) cómo se mantenia (uso de la fuerza y creación de ejércitos) y cuál era el protagonismo de las personas e la elección de sus gobernantes.
ATENAS
Quien lo haga le doy una ESTRELLApremium
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La idea de que el poder procede de Dios parece haber sido expuesta por primera vez por Isidoro de Sevilla. No está claro si lo dijo como una posición general o más bien circunstancial, para sacralizar la figura del monarca y combatir así el "morbo gótico" -- es decir, la costumbre de asesinar a los reyes en las reyertas nobiliarias--. En todo caso quedó como una creencia general que se extendió por toda la cristiandad, desde aquella época en que el reino hispano-tervingio ejercía una gran influencia intelectual en la Europa del oeste.
No es fácil precisar el sentido de la expresión. Quizá puede entenderse como que, por existir el poder en todas las sociedades para mantenerlas cohesionadas, debe tener un origen externo a ellas. Pero no interesa aquí discutir ese aspecto, sino comprobar que no es contradictorio con las diversas formas que el poder adquiera, como observó Francisco Suárez. No obstante, puede dar lugar a razonamiento en círculo como el de Iván el Terrible. Isidoro consideraba que el rey lo era mientras observara las leyes morales, y si no, dejaba de serlo, pues se convertía en tirano. Algunos han deducido de ahí que defendía incluso el tiranicidio, pero en realidad, para ser consecuentes, debía admitir que también el poder tiránico vendría de Dios. ¿Cómo era tal cosa posible? Por las maldades o flaquezas del propio pueblo, que así era castigado.
La idea de que el poder llega a través del pueblo presenta, no obstante, bastantes dificultades, como la contraria de Iván el Terrible. No existe, como la experiencia revela, una única voluntad, interés o tendencia en el pueblo, como no existe en casi ninguna sociedad, ni, a menudo en una sola personas, pues las circunstancias y el tiempo cambian también los sentimientos e intereses, y a menudo albergamos deseos contradictorios de difícil solución. Por consiguiente debe haber alguna forma de asegurar la permanencia del pueblo como tal sin llegar a la disgregación o a imponer una fuerza que sofoque las discrepancias a fin de mantener el orden. Los brillantes escolásticos españoles de los siglos XVI y XVII no llegaron a una solución satisfactoria, pues el tiranicidio puede llevar fácilmente a una situación parecida a la de los godos, ya que resulta muy difícil discernir la esencia y el grado de la tiranía, que siempre contará además con partidarios.
Aun así, la distinción entre poder legítimo y poder tiránico, y la relativa separación entre el poder temporal y el poder espiritual han sido la base para una muy prolongada dosis de pensamiento, especulación y práctica política en las sociedades cristianas, que ha llevado a la solución democrática actual, sin duda muy imperfecta pero mejor que otras, como demuestran los países en que se aplican. Seguramente el nombre de democracia, tomado en su sentido etimológico, no es del todo adecuada, pero disposiciones como las libertades, la división de poderes y su limitación temporal mediante elecciones libres permiten que, por lo común, las diversas tendencias sociales convivan sin chocar demasiado violentamente entre sí, manteniendo una unidad más fructífera que de otro modo. A veces se afirma que la democracia puede conducir a una tiranía si el pueblo se deja seducir por ella, pero esto es un claro abuso del concepto de "pueblo". En realidad democracia significa limitación y control público del poder. Podríamos decir que todo poder excesivo perjudica al pueblo, y que la democracia tiende a impedir la excesividad del poder mejor que cualquier otra opción conocida hasta hoy. Aun si procede de Dios, el poder nunca es poder divino.
(Obsérvese la verborrea populista y vacía de Obama: parece que ante de él no hubiera en Usa nada que estuviera bien --aunque emplea retóricamente la invocación a los primeros patriotas y cosas por el estilo-- y que él va a poner todo en orden, como un diosecillo. Lo sorprendente y peligroso es que este lenguaje cale en un pueblo de tanta tradición democrática)
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Suliko
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