¿De qué manera averiguar los orígenes de nuestros nombres contribuye al estudio de la historia de
nuestra localidad o país?
Respuestas
respuesta: Desde que el hombre y la mujer existen, existen los nombres. La necesidad, pero también el deseo, de ser y ser designado. “Yo Tarzán, tú Jane”, o el vaquero y el indio que se golpean el pecho mientras repiten “John” o “Toro Sentado” (es un decir), son una muestra de que lo primero que se nos ocurre cuando conocemos a alguien es preguntarle cómo se llama, no importa la raza o la civilización. Dime tu nombre, dime quién eres. El nombre es nuestra primera seña de identidad, aquello que nos identifica y nos da entidad. El apellido es algo relativamente nuevo, y en algunas culturas no existía casi hasta la contemporaneidad, pero el nombre está ahí desde la prehistoria, aunque poco sepamos de él. Sólo que es tan diverso que si Wang podría ser el apellido universal, no hay ningún nombre que lo sea, salvo Mohamed en los países musulmanes.
Explicación: Dime tu nombre, dime quién eres. Es lo primero que preguntamos cuando conocemos a alguien, y así ha sido desde hace milenios. El nombre dice mucho de nosotros y de quienes nos lo han puesto, también de la sociedad, sus modas, historia y evolución