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Henry Caballero Fula [1]
Las comunidades indígenas del departamento del Cauca han ejercido durante décadas la exigibilidad de la reforma agraria, quedando por momentos, en cuanto a lucha directa, solitarias en el país. Por ello no es gratuito, que adportas de la aprobación a pupitrazo del proyecto de ley de desarrollo rural, el Gobierno Nacional haya atacado militarmente, como si se tratara de insurgencia, la movilización denominada “Por la Liberación de la Madre Tierra”, ya que éste es el único movimiento social, con capacidad para denunciar, concitar solidaridad, e impedir que dicha aprobación se dé.
El ataque contra las comunidades indígenas, también se ha dado en el campo ideológico y de la opinión pública. Para ello, se han venido haciendo señalamientos que pretenden restar legitimidad a las luchas indígenas. En el caso concreto de la lucha por la tierra, se la pretende deslegitimar desde paradigmas modernizantes, referentes al progreso, la productividad y a la igualdad.
En este artículo no se pretende dar una respuesta desde lo indígena, ya que para ello se necesita que cada comunidad o etnia, desde su registro mítico, haciendo uso del reconocimiento de la diversidad consagrado en la Constitución colombiana, devele qué la mirada occidental no es la única posible, y qué la tradición primordial tiene todo el derecho a continuar ordenando la vida y el territorio.
Acá, solamente se busca resaltar una lucha que ha revitalizado a los sectores sociales en nuestro país y mostrar que los argumentos modernizantes que se dan el Cauca no son más que recurso ideológico de los sectores dominantes, ya que ellos mismos no muestran ningún avance en dicho sentido. En última se reclama, qué si dichos sectores que están interesados en la modernidad, miren su propio ombligo.
La propiedad de la tierra
Desde hace algunos años los terratenientes en el Cauca vienen planteando que la producción en el Cauca se cayó por las recuperaciones de tierra que han hecho las comunidades indígenas. Según este imaginario que se ha hecho circular, los terratenientes perdieron sus mejores tierras y ahora los indígenas las tienen.
Otra de esas bolas que se echan a rodar es la de que el gobierno se compadeció de los indígenas, o se dejó amedrentar, o lo que sea, pero en todo caso les entregó tierras, mientras qué, se olvidó de campesinos y afrocolombianos. Por eso, el actual Gobernador del Cauca se hace sentir con la argumentación necesaria para proclamar un conflicto interétnico en el Departamento.
La verdad es que el mapa de distribución de tierra en el Cauca no ha cambiado estructuralmente desde que se inició el proceso de reforma agraria en el país. Sigue existiendo una distribución inequitativa, con alto grado de concentración. Lo que han logrado las comunidades indígenas con sus fuertes luchas, ha sido qué, el proceso de despojo que se venía haciendo de sus tierras, se detenga. También se ha logrado ampliar en extensión, pero en cifras que no resuelven la necesidad al respecto.
Seguramente la cifra de tierras por reforma agraria entregada a comunidades campesinas caucanas, proporcionalmente a su población, es menor comparada con la lograda por las comunidades indígenas, aunque en las décadas del 70 y el 80 se dieron importantes movilizaciones de la ANUC. Igualmente ha habido titulación de predios de la Costa Pacífica caucana para comunidades afrocolombianas, pero estas cifras no son comparables ya que los usos son distintos que en la zona Andina. En todo caso, es completamente malintencionado hacer señalamientos respecto a quien se le ha dado más, o menos, porque, lo único cierto es que no ha habido voluntad política del Estado colombiano para hacer cambios en la tenencia de la tierra. Poner a pelear a los sectores populares rurales entre ellos, es propio de quienes siempre han gobernado siguiendo la máxima: “divide y reinaras”. Afortunadamente la unidad social en el Cauca avanza a grandes pasos, y el conflicto interétnico no existe más que en el deseo y la imaginación de quienes quieren lucrarse de él.
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