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Ganadería sostenible y cambio climático en América Latina y el Caribe
El sector agropecuario de América Latina y el Caribe (ALC), posee un potencial enorme para contribuir a la producción de alimentos y la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, la producción agrícola y ganadera de la región, estará cada vez más influenciada por factores climáticos y por el comportamiento de la demanda internacional de alimentos, energía y biocombustibles.
En este contexto, el manejo de riesgos es un componente estratégico de los procesos de desarrollo agropecuario y un tema prioritario en la agenda de fortalecimiento de capacidades de los países de la región. De otra parte, el rápido crecimiento del sector pecuario regional, dos veces superior al crecimiento promedio mundial, ha ejercido alta presión sobre la base de recursos naturales, especialmente, la pérdida de cobertura forestal para la producción de ganado en pastoreo o la producción de granos para los sistemas intensivos de producción avícola y porcina. Además, es muy probable que de acentuarse los problemas de degradación de suelos, la producción pecuaria se enfrente a competencia por tierras para la producción agrícola o agroenergética y corre el riesgo de ser desplazada a zonas marginales. Los países de la región requieren, por lo tanto, mejorar su capacidad de análisis y manejo de riesgos en el sector ganadero, y desarrollar estrategias de producción viables desde el punto de vista técnico, económico, social y ambiental. Esto significa que el sector necesita optimizar la eficiencia, utilización y sostenibilidad de los recursos, a través de la incorporación de una nueva visión, enfocada a la integración sectorial.
Se estima que la ganadería es la principal fuente de ingresos de alrededor de 200 millones de familias de pequeños productores en Asia, África y América Latina, y la única fuente de subsistencia para al menos 20 millones de familias. Si a esto se suman los medianos productores las cifras bien podrían duplicarse. En estos sistemas, los principales problemas que se enfrentan son creciente degradación de las pasturas y su consecuente pérdida de productividad, la deforestación, una creciente dependencia de insumos externos, tecnología y material genético, alta incidencia de enfermedades y deficiencias de organización y comercialización.
El proceso de expansión de la ganadería que están viviendo los países de América Latina, representa tanto una oportunidad como una amenaza para el desarrollo sustentable de la región. Por un lado, es una oportunidad para generar riqueza y mitigar la pobreza si se toman las decisiones políticas adecuadas y se promueven sistemas de producción ganaderos sustentables y amigables con el ambiente. Por el otro, es una amenaza si la expansión de la actividad continúa sin considerar los costos ambientales y los potenciales efectos de marginalización de los pequeños productores.
Tomando en cuenta la disponibilidad de tierras que caracteriza a la región, el proceso de expansión ganadera no es un fenómeno aislado del desempeño de los otros grandes subsectores; la agricultura de granos y la forestería. Sin lugar a dudas por sus dimensiones territoriales y amenazas ambientales la agricultura de granos es el subsector que más se relaciona con la ganadería en un proceso de crecimiento con grandes interacciones. Por consiguiente, es necesaria una planificación del crecimiento y la intensificación que capitalice las sinergias positivas que la integración de la agricultura con la pecuaria y eventualmente con la forestación pueden otorgar a la sostenibilidad y competitividad de los sistemas de producción.
Las proyecciones actuales indican que el consumo de carne a nivel mundial se duplicará en los próximos 20 años. Aunque es una buena noticia para la seguridad alimentaria de millones de personas, enfrentar esa demanda presionará el avance de la frontera agrícola-ganadera a zonas de mayor vulnerabilidad ambiental.
Esto puede incrementar los niveles de deforestación en la región, la degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad y la disminución del recurso hídrico, si no se toman medidas para evitarlo. Se deben tomar acciones decididas para que el crecimiento del sector se lleve a cabo de modo ambientalmente sostenible y que contribuya, al mismo tiempo, a la mitigación del cambio climático, de la pobreza y a la mejora de la salud humana.
Según la FAO, cerca del 70 % de las áreas de pastoreo de América Latina y el Caribe se encuentran en proceso de degradación en diverso grado. Las regiones más susceptibles a la ampliación de la frontera agrícola ganadera corresponden a ecosistemas de la Amazonía en Brasil, el chaco americano en Argentina, Paraguay y Bolivia, y las zonas áridas y semi-áridas de Argentina y Chile.
El sector agropecuario de América Latina y el Caribe (ALC), posee un potencial enorme para contribuir a la producción de alimentos y la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, la producción agrícola y ganadera de la región, estará cada vez más influenciada por factores climáticos y por el comportamiento de la demanda internacional de alimentos, energía y biocombustibles.
En este contexto, el manejo de riesgos es un componente estratégico de los procesos de desarrollo agropecuario y un tema prioritario en la agenda de fortalecimiento de capacidades de los países de la región. De otra parte, el rápido crecimiento del sector pecuario regional, dos veces superior al crecimiento promedio mundial, ha ejercido alta presión sobre la base de recursos naturales, especialmente, la pérdida de cobertura forestal para la producción de ganado en pastoreo o la producción de granos para los sistemas intensivos de producción avícola y porcina. Además, es muy probable que de acentuarse los problemas de degradación de suelos, la producción pecuaria se enfrente a competencia por tierras para la producción agrícola o agroenergética y corre el riesgo de ser desplazada a zonas marginales. Los países de la región requieren, por lo tanto, mejorar su capacidad de análisis y manejo de riesgos en el sector ganadero, y desarrollar estrategias de producción viables desde el punto de vista técnico, económico, social y ambiental. Esto significa que el sector necesita optimizar la eficiencia, utilización y sostenibilidad de los recursos, a través de la incorporación de una nueva visión, enfocada a la integración sectorial.
Se estima que la ganadería es la principal fuente de ingresos de alrededor de 200 millones de familias de pequeños productores en Asia, África y América Latina, y la única fuente de subsistencia para al menos 20 millones de familias. Si a esto se suman los medianos productores las cifras bien podrían duplicarse. En estos sistemas, los principales problemas que se enfrentan son creciente degradación de las pasturas y su consecuente pérdida de productividad, la deforestación, una creciente dependencia de insumos externos, tecnología y material genético, alta incidencia de enfermedades y deficiencias de organización y comercialización.
El proceso de expansión de la ganadería que están viviendo los países de América Latina, representa tanto una oportunidad como una amenaza para el desarrollo sustentable de la región. Por un lado, es una oportunidad para generar riqueza y mitigar la pobreza si se toman las decisiones políticas adecuadas y se promueven sistemas de producción ganaderos sustentables y amigables con el ambiente. Por el otro, es una amenaza si la expansión de la actividad continúa sin considerar los costos ambientales y los potenciales efectos de marginalización de los pequeños productores.
Tomando en cuenta la disponibilidad de tierras que caracteriza a la región, el proceso de expansión ganadera no es un fenómeno aislado del desempeño de los otros grandes subsectores; la agricultura de granos y la forestería. Sin lugar a dudas por sus dimensiones territoriales y amenazas ambientales la agricultura de granos es el subsector que más se relaciona con la ganadería en un proceso de crecimiento con grandes interacciones. Por consiguiente, es necesaria una planificación del crecimiento y la intensificación que capitalice las sinergias positivas que la integración de la agricultura con la pecuaria y eventualmente con la forestación pueden otorgar a la sostenibilidad y competitividad de los sistemas de producción.
Las proyecciones actuales indican que el consumo de carne a nivel mundial se duplicará en los próximos 20 años. Aunque es una buena noticia para la seguridad alimentaria de millones de personas, enfrentar esa demanda presionará el avance de la frontera agrícola-ganadera a zonas de mayor vulnerabilidad ambiental.
Esto puede incrementar los niveles de deforestación en la región, la degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad y la disminución del recurso hídrico, si no se toman medidas para evitarlo. Se deben tomar acciones decididas para que el crecimiento del sector se lleve a cabo de modo ambientalmente sostenible y que contribuya, al mismo tiempo, a la mitigación del cambio climático, de la pobreza y a la mejora de la salud humana.
Según la FAO, cerca del 70 % de las áreas de pastoreo de América Latina y el Caribe se encuentran en proceso de degradación en diverso grado. Las regiones más susceptibles a la ampliación de la frontera agrícola ganadera corresponden a ecosistemas de la Amazonía en Brasil, el chaco americano en Argentina, Paraguay y Bolivia, y las zonas áridas y semi-áridas de Argentina y Chile.
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