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Explicación:
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Respuesta:
Padre nuestro que estás en los cielos. Esto lo que busca es que en tu oración empieces por glorificar a Dios y darle el lugar que sólo Él se merece, sólo Dios es digno de estar en el cielo y su grandeza está sobre todo lo que existe.
Santificado sea tu nombre. En esta parte, el señor Jesús (Dios hecho hombre) nos invita a que entendamos que Él es el único santo y que sólo a él debemos orar y sólo ante Él nos debemos humillar. Es ayudarnos a entender que su nombre es santo, con todo lo que eso implica; nuevamente nos guía a que le demos a Dios su lugar privilegiado en nuestra oración y que ningún otro nombre es digno de adoración y alabanza.
Venga tu reino. Cuando uno se humilla y le pide a Dios que su reino venga hacia nosotros, le estamos confesando nuestro deseo de sentir su presencia e infinito poder en nuestras vidas, al hacer esto, el señor Jesús nos invitó a que entendamos que el reino de Dios está sólo en nosotros, en la medida en que nosotros se lo pedimos, y que no es en la tierra en dónde debemos hacer nuestras riquezas; el reino de Dios, con todo lo que eso implica, puede ser nuestro y que necesitamos pedirle al señor que nos permita conocer su reino. Es una invitación a anhelar el reino de Dios en nuestras vidas.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Esta es tal ves una de las partes a las que menos cuidado se le pone cuando se repite esta oración; y al mismo tiempo es una de las más honesta que podemos incluir en nuestra oración; a través de esta frase, le decimos a Dios que renunciamos a nuestros deseos y que nos postramos a que sea su voluntad la que gobierne en nuestras vidas y en toda nuestra realidad, y que así como en el cielo se hace únicamente la voluntad de Dios, le pedimos que también en la tierra, se haga sólo su voluntad. A veces podemos llevar toda nuestra vida repitiendo esta frase, y constantemente le pedimos a Dios que haga su voluntad, pero cuando esto sucede, nos duele y no nos gusta e incluso llegamos al punto de discutir con Dios. Pero al pedirle que se haga su voluntad, lo que estamos haciendo es decirle que nosotros no somos nada sin Él, y que sabemos que lo que Dios, en su infinita sabiduría, decida para nosotros es, simplemente, lo mejor que nos puede suceder. Es decirle señor has lo que quieras con mi vida porque confío en ti y reconozco que con mis fuerzas y mi intención nunca llegaré a ser lo que tu quieres que yo sea.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. En esta sección de la oración, lo que espera Dios que hagamos, es que incluyamos una petición formal de tener todos los días el alimento, pero no únicamente el alimento físico que el cuerpo necesita (la alegoría al pan) sino que sea un alimento también espiritual. Aquí nos lleva esta guía de oración a entender que debemos buscar diariamente a Dios para que, así mismo, Él diariamente nos bendiga y nos dé lo que necesitamos a todo nivel; lo que necesitamos, no necesariamente es lo que queremos. Cuando el señor Jesús nos invita a pedir “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy..:” nos invita a entender que: es la misericordia de Dios, la que nos permite estar vivos cada día, y que es la misericordia infinita de Dios la que, a pesar de no merecerlo, nos da diariamente nuestro sustento.
Y perdónanos nuestros pecados. Esta es una de las partes más importantes de toda oración, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y pedir perdón por ello. Dios sabe todo lo que hemos hecho, pero es importante que reconozcamos nuestras faltas y las pongamos delante de Dios y pidamos perdón de corazón por nuestras faltas. Él sabe que le hemos fallado y nosotros también lo sabemos, pero en toda oración que esperamos que le llegue a Dios, debemos incluir nuestro reconocimiento de los errores y humillarnos a pedirle que, si Él quiere, nos perdone. El arrepentimiento debe ser real, no basta con llorar y pedir perdón, es necesario también cambiar.
Porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Esta puede ser la parte más difícil de la oración. Dios aquí nos ensaña a que debemos ser justos, y así como pedimos perdón a Dios por nuestras faltas, así también debemos ser capaces de perdonar a quienes nos han faltado. No es suficiente pedir solamente misericordia, es aún más importante estar dispuesto a perdonar al otro. Porque si Dios nos ha perdonado a nosotros todas nuestras ofensas, quienes somos nosotros para no hacer lo mismo por las demás personas.
Y no nos metas en tentación. Dios sabe que siempre seremos tentados, incluso el mismo señor Jesús fue tentado en varias ocasiones y a pesar de eso, nunca cayó en tentación. Dios al haber venido a la tierra y tomar la forma de hombre, sintió y vivió en carne propia lo que es ser hombre y Él sabe lo difícil que es la tentación; es por eso que Él mismo nos pide que le pidamos a Dios que no permita que caigamos en tentación y que nos ayude a no caer.