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De partida, hay que tener en cuenta que vivimos en una sociedad futbolizada, que rinde culto al balón pie, más allá de lo razonable en demérito de otros deportes, por cuanto un individuo fanático o un jugador es más que socialmente aceptado e integrado, siendo considerado casi héroe entre los pares (siempre y cuando no cruce la línea de la violencia.) Será el individuo que comente los partidos el lunes en la oficina, el que tiene siempre el conocimiento de los partidos y jugadores al día, y si se trata de un jugador, es el grande de la familia y del barrio. De hecho los fines de semana (sin pandemia) las canchas de fútbol están llenas de equipos amateurs y las gradas con sus familias y fanáticos.
sonnyyanina:
Ojalá te sirva!
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