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Un género que fue una vez tan pasado de moda como hostias rancias, renació este año, primero con Darren Aronofsky "Noah" y ahora con la película de Ridley Scott "Éxodo: Dioses y Reyes" La resurrección es en parte para sacar provecho de la audiencia que tienen su fe cimentada y van al cine y en parte debido a que la Biblia ofrece historias propias para superproducciones de esta era, que ofrecen tanto espectáculo como reconocimiento familiar.
Más de 50 años después de "Los Diez Mandamientos", las sandalias están de vuelta en su estilo. Solo podemos esperar que la tendencia va a culminar en un ordenado poco aparente reparto: Alguien tiene que hacer una película de Jesús con Jared Leto.
Pero cuentos del Antiguo Testamento con grandes carpas no son fáciles de vender en tiempos marcados por discordia religiosa e incredulidad laica. "Noé" fue interesante porque se vio al constructor del arca como un héroe del ecologismo, un protector tanto de la moral como de los animales.
El 3-D "Éxodo" también remodela a Moisés (Christian Bale) para los tiempos modernos, dándonos a un selecto combatiente de película de acción que es menos un conducto de Dios y más una persona de carácter fuerte cuyas creencias en su mayoría coinciden con la deidad que en secreto se le aparece a él. (Dios es visto aquí como un niño impaciente, interpretado por Isaac Andrews de 11 años).
"Éxodo", comienza de forma prometedora, con una calva de maquillaje sobre John Turturro. A medida que el faraón Egipcio Seti, el padre de Ramsés (Joel Edgerton) y rey del príncipe Moisés, Turturro (y el brillante virrey de mala reputación Ben Mendelsohn) le dan a la película un toque de campamento, un ingrediente necesario para cualquier epopeya bíblica exitosa. Scott, debió seguirla así.
Sin embargo, el director de "Gladiador" y "Blade Runner" no es conocido por su ligereza, sino más bien por una masculinidad monocromática. Su "Éxodo" es pura acción fuerte y más interesante al generar a puro computador los aireados palacios egipcios, la grotesca visita de plagas (desde el sangriento Nilo hasta las nubes de langostas), y los movimientos en masa de los hebreos.
No obstante, tras la muerte de Seti y el ascenso de Ramsés al trono, "Éxodo" parece disminuir en su alcance, convirtiéndose en un drama mano a mano entre los hermanastros Ramsés y Moisés, que es exiliado tras el descubrimiento de su nacimiento hebreo.
Para una epopeya, hay, como mucho, sólo dos personajes claramente vistos en "Éxodo", con el apoyo de los actores como Ben Kingsley (como un anciano Hebreo), Sigourney Weaver (como la esposa de Seti) y Aaron Paul (como un esclavo hebreo) todos sin importancia. ¿Dejemos que nuestra gente vaya a verla?
Los que guían, te habrás dado cuenta, son de color blanco uniforme, lo que ha generado una merecida gran controversia no inducida por la defensa de Scott de que sus estrellas eran necesarias para su financiación. El color de la piel de los antiguos egipcios, debería notarse, en realidad no se sabe, y precisión histórica no es mucho para considerarse en las epopeyas bíblicas. Pero que "Éxodo" optó por ignorar esta cuestión de representación -que tiene una larga historia dudosa en Hollywood habla la falta general de curiosidad de la película. Solo va por un espectáculo, sin lugar a dudas.
"Éxodo" -escrita por el equipo de Adam Cooper, Bill Collage, Jeffrey Caine, y Steven Zaillian, en efecto, proveen las grandes escenas. Poco a poco aceptando su destino y su herencia hebrea, un Moisés barbudo reúne a los israelitas y les lleva hasta el momento culminante en el Mar Rojo (que no se representa tan suntuosamente como era de esperar).
Durante el cine, Edgerton es Ramses (quien en la mejor imagen de la película, envuelve a una pitón alrededor de sí mismo) está generalmente confundido por los acontecimientos. Bale es Moisés, es un profeta cansado y renuente. Él pudiera ser el único actor que apenas haría inmutar en escenas con el Todopoderoso. Zarzas ardientes no impresionan con este Batman.
El momento más emotivo de la película se produce después de que termina. Antes de los créditos, Scott dedica la película a su difunto hermano, Tony Scott. Le añade una dimensión sensible al psicodrama fraternal de "Éxodo". Pero como un agnóstico autoproclamado, sería mejor que Scott le dejar a Moisés a un creyente.