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Actores del movimiento independentista (1809) Varios fueron los protagonistas de este hecho histórico. Las mujeres quiteñas jugaron un papel importante en este proceso. Una de ellas fue Manuela Espejo, más que la hermana de Eugenio Espejo y la esposa de José Mejía Lequerica, surgió como una de las pocas mujeres ilustradas en el Quito de finales del siglo XVIII. Poco a poco fue cultivando sus ideas de emancipación política, contribuyendo en la escritura de los discursos de Mejía, y de libertad mental a través de su interés por la literatura, las artes, la filosofía y las ciencias. Manuela rompió normas para no ser sometida. Otra de las mujeres que puso, no solo su casa sino sus ideas y convicciones al servicio del proceso independentista fue Manuela Cañizares, participando activamente, alentando y presionando a los patriotas para dar el golpe final. Rosa Zárate fue otra de las heroínas de este proceso. Fue una mujer de acción, de lucha, estuvo presente en la defensa de los barrios de Quito, especialmente en San Roque, tras la matanza del 2 de Agosto de 1810. Otro de los actores del proceso independentista, de cuya actuación sabemos poco, son los sectores indígenas. Las fuentes documentales nos han revelado que en la Audiencia de Quito, entre 1809 y 1814, existieron indios a favor e indios en contra de la revolución. Indios y caciques, como los de Otavalo y Cotacachi, se declararon amigos de los revolucionarios quiteños. En contraste, los caciques de la Sierra Centro se alzaron tanto contra los criollos como contra el Estado colonial. La historiadora Rosario Coronel, quien ha estudiado este proceso, a través del seguimiento que hace de la actuación de Julián Quito, líder del levantamiento indígena de 1803, plantea que “no es suficiente hablar de si los indios se movilizaron o no en la revolución, hay que acercarse a una comprensión de por qué lo hicieron”. Así mismo, la documentación revela que los indígenas de la zona central del país fueron reclutados a la fuerza, tanto por las facciones realistas como por los adeptos a los rebeldes de Quito. Curiosamente, lo aclara Coronel, “la élite de Quito que dirigió la revolución estuvo comprometida directa o indirectamente en la represión a los indígenas sublevados en el levantamiento de 1803”. Es el caso de Francisco Xavier de Montúfar y Larrea, hijo del Marqués de Selva Alegre. Los indígenas, como el resto de sectores subordinados de la sociedad colonial, no siempre tuvieron la posibilidad de expresar libremente sus simpatías políticas. Los héroes anónimos del proceso de Independencia Poco se ha dicho de la participación de la población de los barrios quiteños en el proceso independentista. La historiografía tradicional no le ha dado la importancia al tema. Lo que ha predominado es el discurso blanco-mestizo alrededor de esas versiones de héroes patrios, sobre quienes se hicieron todas las lecturas de nuestros procesos independentistas. La investigación histórica nos habla que fueron alrededor de 300 anónimos personajes los que cayeron abatidos en las calles de Quito, lo cual -para ese entonces- significaba el 1% de su población. La historiadora Guadalupe Soasti rescata esa participación de los barrios rebeldes, sobre todo entre 1809 y 1810. “Varios de los barrios de Quito estaban alineados con una u otra tendencia y aparecen los ancianos, los religiosos, la clase media de la ciudad interviniendo a favor o en contra de estos postulados políticos”. Hay mucho que investigar y decir sobre estos hechos, los héroes anónimos de San Sebastián, San Roque, San Blas, no pueden seguir siendo invisibilizados por la historia, ellos dejaron sembrada esa tradición de un pueblo rebelde que lucha políticamente por sus derechos. La investigación histórica debe recordar y rescatar esos procesos sociales y a ciertos personajes, para explicar desde dónde vienen los legados. Finalmente, el impacto del 10 de Agosto de 1809 en América no fue la revuelta contra el colonialismo, como antes ocurrió en otros territorios de la actual Bolivia, sino la instalación de la Primera Junta Soberana. En Chuquisaca y La Paz ya se habían generado los primeros levantamientos criollos y populares contra las autoridades puestas por España. Allí se proclamó fidelidad al rey Fernando VII e incluso se habló de libertad. Pero esos movimientos nunca crearon un gobierno propio ni una junta soberana, que durase y concluyera en una verdadera Constitución, como se lo hizo en Quito en febrero de 1812.