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La Primera Guerra Mundial afectó profundamente a la economía argentina, pues hizo que declinara el flujo de capital, mano de obra y manufacturas antes proveniente de Europa. El valor total de las importaciones argentinas disminuyó entre 40 y 50% respecto del nivel anterior a 1914. (1) Esa declinación se debió a la reasignación de recursos en los países europeos para la producción de equipamiento bélico y a las dificultades de transporte producidas por la guerra. No todas las importaciones, sin embargo, declinaron de la misma manera: maquinarias para la industria, equipo ferroviario y materiales para la construcción fueron las más afectadas. La declinación de las importaciones favoreció a las industrias argentinas que utilizaban materias primas nacionales, pero su expansión fue lenta debido a la escasez de mano de obra, a la dificultad para importar maquinarias y a la suba de los precios de los combustibles importados que suplían la mayor parte de la energía consumida en la Argentina. A partir de marzo de 1916, el gobierno británico estableció listas negras para excluir a las compañías cerealeras alemanas del mercado británico. La política tuvo éxito y las compañías excluidas debieron buscar la manera de sobrevivir: Bunge y Born se dedicó al abastecimiento del mercado interno y del mercado brasileño; Weil Hermanos suspendió sus actividades y se dedicó a la compra de cédulas argentinas provenientes de accionistas en Alemania, y Hardy y Mühlenkamp reemplazaron a su socio alemán por un socio belga, Louis de Ridder. (6)
Obviamente, el gobierno británico no estaba solamente preocupado por lograr un adecuado abastecimiento de cereales para Gran Bretaña, sino también por impedir que Alemania lo obtuviera. Los embarques de granos argentinos a países neutrales, como Holanda, Dinamarca y Suecia, cuya importancia había sido insignificante en los años previos a 1914, creció notablemente durante la guerra debido a que estos países actuaban como intermediarios de Alemania. Este rol de intermediación se vio facilitado por la extensión de líneas de barcos de vapor entre la Argentina y los países escandinavos. (7) Casi seguramente estos embarques tuvieron por último destino a Alemania. La principal dificultad de limitar esas exportaciones consistió en que buena parte de los embarques se hacían "a órdenes", sin declarar el destino final. (8) Gran Bretaña presionó al gobierno argentino para evitar que la Argentina vendiera a países europeos neutrales granos que terminarían en Alemania. La renovación de un préstamo de los bancos de Nueva York a la Argentina y la aprobación de licencias de exportación de carbón, maquinaria agrícola y otros productos norteamericanos a la Argentina se condicionaron a que ésta reservase sus excedentes de granos para los aliados. Se calculaba que éstos demandarían 525 millones de bushels de trigo en 1918, de los que Canadá y Estados Unidos sólo suplirían 320 millones. Las exportaciones argentinas de grano, por lo tanto, resultaban cruciales para los esfuerzos de guerra de los aliados. (9)
La Argentina se negó a suspender las ventas de granos a los países neutrales, pero Gran Bretaña también presionó a éstos para que redujeran sus compras. El Ejecutivo de Trigo Inter-Aliado, que controlaba el abastecimiento a los aliados occidentales, asumió la responsabilidad por las compras de Noruega, Suecia e Islandia, que fueron financiadas por el Tesoro británico. Ante la virtual eliminación de mercados alternativos, al gobierno argentino no le quedó otra opción que estrechar relaciones con Gran Bretaña y los aliados. (10)
Respecto del comercio de carnes, se observa que las exportaciones argentinas de ese producto también fueron afectadas por la guerra, aunque positivamente. Gran Bretaña continuó como el principal importador de las carnes enfriadas y congeladas, mientras Estados Unidos, rival de la Argentina como abastecedor del Reino Unido antes de la guerra, desapareció del mercado del bovino congelado. Consecuentemente, entre 1914 y 1918, la matanza para la exportación aumentó en más del doble. (11) Debido a la guerra, sin embargo, se produjeron importantes cambios en la composición del comercio de carnes: crecieron las exportaciones de carne congelada y en conserva, y cesaron las exportaciones de carne enfriada.
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La Primera Guerra Mundial afectó profundamente a la economía argentina, pues hizo que declinara el flujo de capital, mano de obra y manufacturas antes proveniente de Europa. El valor total de las importaciones argentinas disminuyó entre 40 y 50% respecto del nivel anterior a 1914.
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