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Imaginemos que un día dejan de existir Boston, Tokio, Los Angeles o Chicago y que, en lugar de esas grandes ciudades, se extienden largos campos con soja, maíz o girasol. Imaginemos, también, que las poblaciones que allí viven quedan confinadas en un pequeño terruño contaminado. Difícil de creer. Sin embargo, es lo que ocurre con los bosques nativos de Argentina desde hace ocho años, en los que ya se han perdido 750.000 hectáreas. La superficie es comparable a cualquiera de las ciudades citadas o a la cantidad de tierra productiva de la zona centro del país que se inundó en 2017 por, entre otras causas, ese mismo desmonte.
La organización ecologista Greenpeace elaboró a finales de noviembre un informe al cumplirse diez años de la sanción de la Ley de Bosques. Se basó en imágenes satelitales e información oficial que dan cuenta de esa depredación, que el ministerio de Ambiente no niega. Las cifras hablan de la vulnerabilidad de los ecosistemas argentinos ante el avance de la frontera agrícola y ganadera, El problema es especialmente grave en la selva chaqueña, en el noroeste del país.
“La región chaqueña está conformada por las cuatro provincias con mayor cantidad de bosques (Santiago del Estero, Salta, Formosa y Chaco) y son las que todavía tienen tierras con mayor aptitud agrícola o ganadera. Se ha promovido un desplazamiento de la actividad, lo cual genera una presión sobre esos ambientes”, dice Diego Moreno, secretario de política ambiental del ministerio de Ambiente. “Son tierras que deberían tener una vocación forestal, pero es una actividad que no rinde al mismo nivel que la actividad agropecuaria”, explica. Una de las razones, según Moreno, es que “se generó un sector foresto industrial con muchos problemas de informalidad, falta de valor agregado y baja eficiencia en el uso del recurso”.
Lapachos, quebrachos y algarrobos, especies que tardan 40 años en alcanzar su madurez, ceden su espacio al oro verde. “El bajo precio de la tierra es el cebo”, explica Hernán Giardini, director de la campaña de bosques de Greenpeace. “Mientras que una hectárea en la zona pampeana (una de las regiones más fértiles del mundo) oscila entre 10.000 y 15.000 dólares, en la zona norte, una hectárea con bosque está entre 300 y 500 dólares. Otros 500 dólares por hectárea se van en la deforestación y es por eso que algunas fincas ocupan 10.000 hectáreas, o sea, media ciudad de Buenos Aires”, completa.
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