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chupa el perro
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LA TRAGEDIA.
En un comienzo, los cantos, llamados “ditirambos”, eran entonados por un coro de cincuenta hombres que vestían pieles de cabra, el animal que representaba a Dionisio. Con el tiempo, del ditirambo se desprendió un solista que intercalaba con el canto unos versos recitados de carácter narrativo o informativo referidos a ciertas acciones míticas. Esta innovación ritual dio origen a un nuevo género: la tragedia (del griego, tragos: “cabra” y ocie: “cantar”, es decir, “canto del macho cabrío”).
El solista —que habría sido introducido por el poeta griego Tespis (siglo VI a.C.)— podía cubrir su rostro con máscaras alternativas y de esta manera representar a más de un personaje. Finalmente, el ditirambo sufrió una nueva transformación: el coro quedó relegado a un segundo plano, como acompañamiento de la acción, que pasó a ser el elemento fundamental.
Posteriormente otros autores introdujeron un segundo y un tercer actor, con lo cual el género dramático (del griego drama: “acción”) adquirió su forma definitiva y fundamental: el diálogo.
LA COMEDIA.
Otro tipo de ceremonia dionisíaca, el komos, “fiesta con cantos y bailes”, dio origen a la comedia. En un comienzo se trataba de una celebración en la que los participantes se disfrazaban con trajes ridículos y se cubrían con máscaras que reproducían los rasgos de determinados animales. En una etapa posterior, se desarrollaron breves diálogos o monólogos que ridiculizaban y caricaturizaban a personajes conocidos de la sociedad. De esta manera, se establecieron las bases de la comedia, género cómico y popular que tuvo un gran éxito en la antigua Grecia.
LOS GRANDES DRAMATURGOS DEL SIGLO.
A Tespis se lo considera como el creador de la tragedia por haber incluido a un solista que separó del coro. Pero son Esquilo, Sófocles y Eurípides, los tres grandes dramaturgos de Grecia clásica, quienes le dan su forma definitiva. En su Poética, Aristóteles afirma que fue Esquilo quien introdujo un segundo actor, con lo que el diálogo pasó a ser un elemento preeminente del género dramático. Posteriormente, Sófocles agregó un tercer actor en escena, lo que permitió hacer más compleja la trama.
En las obras de Esquilo y Sófocles, los personajes no son seres comunes y corrientes, sino héroes que tienen la posibilidad de relacionarse con los dioses. En Eurípides, en cambio, los personajes se aproximan más al sentir de los mortales, y muchas veces los conflictos se resuelven por la intervención casi azarosa de algún dios, recurso conocido como “Deus ex machina” porque los actores que representaban a los dioses aparecían y se desplazaban en escena sin tocar el suelo, sostenidos por complicados mecanismos.