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Respuesta:
Las tierras siempre han sido un problema en Colombia. De hecho, la desigualdad en su uso y pertenencia ha sido reconocida como uno de los detonantes en la creación de las guerrillas, especialmente las FARC. Tan importante es este tema en el país que fue el primero de los puntos que se negociaron en el Acuerdo de Paz, firmado a finales de 2016. En el proceso de negociación se llegó a la conclusión de que, a pesar de que es su principal soporte, el problema agrario no solo se limitaba a dar acceso a la tierra, sino que requería inversión en infraestructura, comercio, educación, participación, ciencia y tecnología. Esto es muy importante, ya que Colombia es el país más desigual de América Latina en los derechos de propiedad sobre las tierras, pues la mayoría de predios están concentrados en manos de unos pocos.
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Explicación:
En sociedades pobres la fuente principal del ingreso directo es la tierra, por eso no hay duda de que la desigualdad empieza en la agricultura con su distribución. En esto coincidieron la mayoría de los panelistas invitados a la Cátedra Manuel Ancízar de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, en una nueva sesión sobre la problemática agraria, en la cual se debatió sobre el modelo de desarrollo en este campo en los últimos 40 años, con resultados no muy alentadores para el país.
Entre otros aspectos, se discutió con respecto a que un desarrollo económico agrícola más alto y más igualitario no es el único beneficio de una estructura agraria de pequeñas propiedades, sino que contribuye a un crecimiento general más saludable.
Como un buen ejemplo de este modelo en el último medio siglo se mencionó a Taiwán, Estado que tiene tal vez el nivel de desigualdad más bajo de todos los países en desarrollo; por eso, esta nación ha crecido más rápidamente que casi todos los países del mundo.
En el otro extremo, países como Colombia han permitido que la tierra se concentre en pocas manos o que haya sido ambigua la titularidad de muchas tierras. Esto ha ocasionado tensiones continuas, que bajo condiciones desfavorables degeneran en violencia.
Una repartición no igualitaria de la tierra contribuye a generar bajos ingresos promedio y su mala distribución, fenómenos que coinciden con una infraestructura rural pobre, mala salud y poca educación, al igual que otros factores que contribuyen a la pobreza.
“Los esfuerzos para modificar la estructura agraria son procesos políticos cuyos resultados dependen principalmente del equilibrio del poder político entre las fuerzas contendientes. De modo que la primera y más importante pregunta acerca de la experiencia en un país se refiere al carácter de ese equilibrio. En América Latina, rara vez ha habido muchas oportunidades para que se creen las condiciones favorables para los enfoques tradicionales de la reforma agraria”, señaló Albert Berry, profesor emérito de Economía de la Universidad de Toronto.
Otro de los aspectos que afectó al sector agrícola fue en el año de 1990, cuando el país llevó a cabo una apertura indiscriminada, en donde estableció aranceles para todos los productos de la economía del 12% en promedio. Se presentó una entrada masiva de productos de importación que desplazaron la producción agrícola.
Las importaciones pasaron de 250 millones de dólares a 1.500 millones de dólares en siete años. Esa entrada de importaciones, año a año, destruyó el área sembrada de cultivos agrícolas.
“Esas importaciones se hicieron a cambio de una menor área agrícola, de manera que en siete años el área agrícola del país bajó en la tercera parte, disminuyó 700 mil hectáreas, las cuales están representadas en importaciones de productos del sector agropecuario. ¿A cambio de qué? A cambio de nada”, afirmó Eduardo Sarmiento, ingeniero, economista y escritor colombiano.
Para Daniel Libreros, profesor de Ciencias Políticas de la U.N., el mayor problema es el hecho de que se haya preservado una estructura hacendataria desde el siglo XIX que se profundiza en el siglo XX con la guerra civil interna y todo lo que es paramilitarismo.
“Todo esto llevo a consolidar un régimen que hoy, según las propias estadísticas oficiales, presenta un cuadro en donde el 1% de las familias ricas en el campo concentran aproximadamente el 60% de la tierra apta para producir, eso de alguna manera no es presentable. Y al mismo tiempo ese poder de la tierra económico también da poder político”.
Todos estos planteamientos se presentaron durante la segunda sesión de la cátedra Manuel Ancízar, que este año lleva el título de Debates sobre la problemática agraria. Las sesiones se celebran en el auditorio León de Greiff, los días sábados.