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¿Qué sería de una entrada dedicada a criaturas mitológicas sin hablar de los dragones? Los dragones son con diferencia una de las figuras mitológicas más extendidas, con presencia en Europa, Asia, Oriente Próximo e incluso en América. Muchos grandes mitos de la historia tienen a un dragón como protagonista, como son la historia de San Jorge, que mató a uno de ellos para liberar a una princesa, o el héroe nórdico Sigfrido, que acabó con el dragón Fafner para así poder acceder al tesoro de los nibelungos que custodiaba la criatura. Son por tanto muchos los mitos relacionados con dragones, pero en todos ellos, y a pesar de las grandes distancias que separan las distintas culturas y el escaso o nulo contacto que hubo entre ellas, en todas al dragón se le representa como una criatura de grandes proporciones y aspecto reptiliano que podía o no tener alas. En ocasiones los dragones aparecen representados con cuerpo de serpiente, algo habitual en Asia pero también en América, donde encontramos al dios Quetzalcóatl (representado como una serpiente con plumas, que es lo que significa su nombre), e incluso en la Antigua Grecia, donde los dragones y las serpientes monstruosas en muchos casos eran lo mismo (dragón significa literalmente serpiente en griego). Pero de todas las representaciones posibles de los dragones hay un elemento destacado que se mantiene en todas o casi todas, y es la existencia de una cabeza monstruosa, un cráneo grande y robusto que nos recuerda a unas criaturas de nuestro pasado geológico.