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Explicación:Polibio mantenía que en el 168-167 Roma era dueña del mundo conocido y concedía poca importancia al hecho de que la mayor parte de este mundo no fuese gobernado directamente por ella. Sin duda tenía razón puesto que tal dominio implicaba la obediencia de los otros a Roma. La misma idea es ampliada por Estrabón al final de su "Geografía": "De todas estas regiones sujetas a los romanos, algunas partes son, en efecto, gobernadas por reyes, mientras que otras las gobiernan directamente los romanos. Las llaman provincias y envían allí prefectos y cobradores de impuestos. También hay algunas ciudades libres, algunas de las cuales se decantaron por Roma desde los comienzos como amigas, mientras otras fueron liberadas por los propios romanos como señal de honor...". Reinos o provincias, el poder de Roma se extendía a todos ellos. Durante esta época, Roma resolvía habitualmente los problemas de seguridad de su imperio en pleno crecimiento por la expansión, pero ésta era una expansión más hegemónica que territorial. Las guerras y las victorias romanas conducían generalmente a un relativo aumento territorial y a una acción cada vez más amplia de la diplomacia de Roma por medio de la clientela. El mantenimiento del poder indirecto sobre estos territorios (como por ejemplo Bitinia, Egipto, Numidia...) ofrecía la ventaja de una economía de fuerzas para Roma. No obstante, durante la última fase republicana las nuevas fuerzas políticas en el poder elaboraron una política distinta y el ritmo de la expansión territorial se aceleró manifiestamente, alcanzando su apogeo bajo Augusto, entre otras razones porque la capacidad demográfica y militar de Roma al ser mayor posibilitaba esta nueva elaboración política tardorrepublicana. Las guerras ultramarinas que siguieron a la segunda Guerra Púnica tuvieron entre otras consecuencias dos que conviene tener presentes: una profesionalización estable del soldado romano e italiano y un flujo de riqueza que revirtió en Roma e Italia. Respecto al primer aspecto, aunque no pueda ser considerado exactamente un ejército profesional, puesto que era reclutado expresamente para cada campaña, lo cierto es que hasta comienzos del siglo II resultaba habitual que el campesino alternase el trabajo en sus tierras con el desempeño de sus funciones militares. Pero después del 200 a.C. esta compatibilidad ya no fue posible puesto que los soldados-campesinos pasaban muchos años fuera de casa. Esta situación tuvo gran repercusión en el problema de la propiedad y explotación de la tierra en Italia. En segundo lugar, la riqueza que llegaba a Italia a través del cobro de indemnizaciones, de impuestos o en forma de botín, benefició en parte a las clases bajas, pero fundamentalmente a la aristocracia, que pudo seguir desempeñando puestos en la administración de estos nuevos territorios y seguir invirtiendo su dinero en tierras en Italia. Estas tierras eran grandes empresas agrícolas trabajadas por esclavos. Así, este aspecto enlaza con el anterior, puesto que la amplia demanda de tierras en Italia llevó a que estos grandes propietarios obligaran a vender al pequeño campesino. Por este procedimiento la elite romana actuaba hasta cierto punto en contra de sus intereses puesto que amenazaba el suministro estable de hombres para las legiones que posibilitasen la continuidad de nuevas guerras en ultramar. Esta contradicción estallaría pocos años mas tarde
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La guerra de expansión sobre los campesinos, también llamada la revolución del hombre común.
Fue una revuelta popular en el Sacro Imperio Romano Germánico entre 1524 y 1525 que consistió, como el movimiento inicial Bundschuh y las guerras husitas, en una serie de revueltas, tanto económicas como religiosas, por parte de campesinos de religión católica, ciudadanos y nobles que se habían pasado al protestantismo de Lutero.
Explicación:
Los efectos que tuvieron en la guerra, los campesinos, constituía el grueso de la población del Imperio y todas las cuestiones relativas a este eran tratadas y resueltas a nivel local por los príncipes territoriales.
Los campesinos no tenían, a diferencia de los otros estamentos sociales, ninguna participación ni derecho político en la vida del imperio. Pero sobre ellos pesaba la mayor carga del mantenimiento de la sociedad feudal: príncipes, nobles, funcionarios, patricios y el clero se beneficiaban de la fuerza de trabajo de aquellos. El número de beneficiarios se había acrecentado en sucesivas generaciones, no así los recursos de los campesinos.
Los problemas económicos, las guerras, las malas cosechas y la presión ejercida por los Señores acrecentaban la situación de dependencia y la servidumbre del campesinado.
Las propiedades comunales se habían expropiado. Los derechos de utilización de terrenos comunes de pastoreo, de tala de bosques, de pesca y de caza, antes comunitarios, habían sido limitados o suprimidos.