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Para 1916 la Argentina estaba iniciando un proceso de recuperación económica tras la crisis que había significado el inicio de la primera guerra mundial. Pese a que Yrigoyen se vio beneficiado en comparación con sus antecesores, los grandes cambios transformadores se producirían durante la gestión de Alvear.
Hipólito Yrigoyen.
Hipólito Yrigoyen.
Hipólito Yrigoyen.
Hipólito Yrigoyen.
Hipólito Yrigoyen.
Hipólito Yrigoyen.
HORACIO DELGUY
por:
Alberto Lettieri
Al año siguiente de su consagración, Yrigoyen se encontró con la entrada de los Estados Unidos a la gran guerra –como se denominaba entonces a la primera guerra mundial (PGM)– y su exigencia de un cambio en la estrategia de neutralidad desarrollada por la Argentina a instancias de las necesidades económicas del Reino Unido. Mientras los viejos conservadores políticos y sus mandantes de la Sociedad Rural Argentina sostenían esa postura neutralista, otros grupos políticos, como el Partido Demócrata Progresista, liderado por Lisandro De la Torre, y sectores de las nuevas burguesías rural y urbana, eran partidarios de alinearse con los Estados Unidos. Yrigoyen optó por mantener el esquema de neutralidad que, como sostenían las autoridades del Reino Unido, facilitaba el comercio transatlántico porque los barcos con exportaciones argentinas tenían menos riesgo de llevar la mercancía a destino.
Yrigoyen fue el primer impulsor de la creación de una flota marítima argentina. Ante la carencia de bodegas para transportar los bienes exportables por la Argentina, el presidente intentó obtener un empréstito que le permitiese la adquisición de barcos que reforzasen la pequeña marina mercante de bandera nacional. Sin embargo, esa intención se frustró ante la cerrazón de los sectores opositores, por lo que la idea de avanzar en ese terreno de manera inmediata debió reemplazarse por otra que implicó un lento crecimiento, adquiriendo, de a poco, buques de diferente origen. No obstante, no se resolvió por completo el problema de la carencia del tonelaje necesario. Hasta entonces, el país solo contaba con los barcos de la firma de Nicolás Mihanovich, que había comenzado su actividad como transportadora de pertrechos para las tropas argentinas en la guerra de la triple alianza contra el Paraguay, medio siglo antes.
El yrigoyenismo se presentó como una opción política policlasista, que apuntaba a la conciliación entre los intereses de los grupos sociales que componían la sociedad argentina, por lo que intentó mediar entre la oligarquía, los sectores de pequeños y medianos productores agropecuarios y ganaderos, y la clase media urbana, que había constituido su base social original. Como ya hemos mencionado, la política económica del gobierno no propuso grandes cambios estructurales: si bien mantuvo el modelo agroexportador, bregó para obtener una mayor porción de las ganancias y poder redistribuirlas. Con este objetivo, tuvo en cuenta al sector de trabajadores del transporte, en particular los relacionados con los ferrocarriles y las empresas marítimas.
El gobierno de Yrigoyen lanzó su “plan de Tierra y Petróleo”, en el que el estado se reservaba un rol significativo en la actividad económica, interviniendo en defensa de los intereses nacionales. El proyecto del gobierno radical consistía en mantener en poder del estado la explotación de fuentes naturales de riqueza, cuyos productos eran considerados vitales para el desarrollo del país