Respuestas
Explicación:La aplicación de una metodología semiótica al análisis de la obra teatral ha contribuido a superar la radical separación que se establecía entre representación y texto, permitiendo poner de manifiesto la importancia de las determinaciones recíprocas que ligan a ambas. El texto deja, así, de ser considerado en su dimensión meramente literaria para presentarle como el núcleo donde reside la virtualidad de la representación; la noción de teatralidad no se considera ya vinculada necesariamente a ésta sino que aparece inscrita en el interior del propio texto e incluso figura en su principio1. Consiguientemente, su análisis exigirá alejarse de las pautas habituales por las que se rige el análisis del texto literario para centrarse en poner de manifiesto la existencia en el interior del mismo de dos planos perfectamente diferenciados: el integrado por los signos lingüísticos que han de ser reproducidos de forma verbal sobre el escenario y el que constituyen aquellos otros signos lingüísticos configuradores de los diversos códigos, latentes, destinados a materializarse en escena sobre un amplio repertorio de soportes.
El campo de las reflexiones que siguen va a ser, pues, en exclusiva el del texto teatral al que abordaré desde las pautas del análisis semiótico centrándome en una dimensión esencialmente pragmática: las circunstancias que rodean al acto comunicativo en que se produce la emisión del texto (escrito)-mensaje y concretamente el particular estatuto de la instancia emisora del mismo.
Por lo que se refiere a la segunda de las instancias implicadas en dicho acto comunicativo, la receptora, resulta evidente la necesidad de diferenciar en su interior los dos tipos de destinatarios a quien puede dirigirse el texto teatral:
el lector normal
un lector «privilegiado», futuro responsable de la puesta en escena.
Para el primero, las indicaciones contenidas en el texto secundario son los datos que le permiten visualizar el mundo en el que tienen lugar los diálogos y la acción de ellos derivada; existe a este respecto una clara diferencia entre el lector del texto teatral y el de un texto narrativo puesto que mientras aquél es un oyente a quien se le cuenta algo, éste es un «espectador» que asiste a una representación virtual, visualizando imaginariamente el espacio dramático, limitado a una perspectiva frontal, donde acontece la acción2.
El segundo tipo de destinatario del texto teatral es, en cambio, aquel lector privilegiado que ampliará el proceso comunicativo transformándose a su vez en emisor de un nuevo mensaje -la representación- destinada a un nuevo receptor -el público-. Esquemáticamente: