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Explicación:
El siglo XVIII fue una época de cambios para las instituciones y agentes eclesiásticos en Iberoamérica. La búsqueda de la homogeneidad y de la modernización - un imperativo de los monarcas ibéricos en su configuración "déspotas ilustrados" - convertía a la Iglesia en un obstáculo. O al menos la Iglesia que había desplegado su acción en América hasta el momento, es decir: con amplias prerrogativas y privilegios. El conjunto de medidas de corte regalista que se pusieron en práctica desde comienzos del siglo XVIII, y más decididamente en su segunda mitad, buscaban intervenir y modificar - como se haría en otros ámbitos de la vida política - la sólida trama de intereses y acuerdos locales que las distintas órdenes religiosas y otras instituciones eclesiásticas habían construido desde sus específicos ámbitos de poder.
Los estudios sobre este proceso han mirado de modo especial los trazos generales del proyecto regalista y la reconfiguración que impulsaba al interior de la Iglesia y de la monarquía católica. En otras palabras: se ha analizado la profusa normativa que buscaba situar en un nuevo lugar a las instituciones y agentes eclesiásticos y, para los casos de mayor impacto - como la expulsión de los jesuitas o la consolidación de vales reales -, se han examinado algunos aspectos de su aplicación y de sus consecuencias.
Sin embargo, otros estudios centrados en las instituciones eclesiásticas y religiosas locales han descubierto en este proceso una alteración más profunda y de consecuencias políticas más amplias tanto porque afectaron no solamente a miembros del clero como por su impacto en los lazos de obediencia que habían asegurado el dominio colonial a lo largo de más de dos siglos. Así, pese a que el fervor religioso no parece haber disminuido lo que estas reformas provocaron fue una lenta erosión de las lealtades y legitimidades.
Algunas disposiciones, en el caso específico del programa reformista borbónico, tuvieron como destinatarios privilegiados a los eclesiásticos, como la reforma del clero regular, la expulsión de los jesuitas, la secularización de las parroquias de indios o doctrinas o la notable reducción de las competencias judiciales del clero secular. Uno de los resultados más obvios de esta batería de medidas fue la deserción de los curas en tanto defensores incondicionales del régimen colonial. Pese a que la experiencia del reformismo borbónico no los convirtió en rebeldes - y muchos de ellos, por otra parte, habían propiciado los cambios - un sector del clero tomó distancia del rol político que se les había asignado desde los primeros tiempos coloniales: es decir como guardianes del orden y la moral públicos a nivel de las localidades. De este modo, monarquía perdía a una parte de los curas como - indispensables -informantes e incluso como sus representantes, lesionando así a una de las piezas clave de su control social y de su sostén ideológico.1
Otras medidas sumaron nuevos afectados, como la consolidación de vales reales, la fiscalización de las cofradías y la prédica ilustrada que condenaba las prácticas religiosas "barrocas". Muchas de estas innovaciones provocaron desequilibrios en las comunidades locales en la medida que alteraron un tipo de acuerdo construido en la relación con las instituciones religiosas. Un difícil equilibrio negociado entre obligaciones y expectativas en el ámbito de las instituciones -parroquias y cofradías - y de las prácticas religiosas locales se veía amenazado.
El presente artículo busca considerar en general el conjunto de las reconfiguraciones que tuvieron lugar en estos años y analizar, de modo específico, algunas de sus consecuencias a nivel de las comunidades locales. Se trata de mostrar a partir de una parte de la bibliografía disponible un orden de procesos no demasiado visible en torno al papel de algunas instituciones eclesiásticas y religiosas - como las parroquias y las cofradías - en los procesos de estructuración social y política, así como las consecuencias de un tipo de intervención política como el que se verifica durante las reformas borbónicas y pombalinas.2
El artículo presenta en primer lugar el contexto general del siglo XVIII y las principales líneas de transformación sostenidas por las monarquías ibéricas en el ámbito religioso. Luego analiza la parroquia en algunas de las modalidades que asumió en los territorios americanos y su papel en distintos contextos regionales y culturales. Por último considera las cofradías y algunas de las respuestas que desde ellas formularon algunas comunidades indígenas y africanas/afrodescendientes.