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LOS HUMANOS: ENTRE EVOLUCIÓN BIOLÓGICA Y EVOLUCIÓN CULTURA
La evolución biológica es un proceso de cambios adaptativos. Las especies en el planeta se modifican como respuesta a los cambios climáticos, geográficos e interespecies (depredadores). Darwin en 1859, propuso que las variantes en los organismos favorecedoras en la lucha por la adaptación se seleccionaban naturalmente propagándose en las poblaciones descendientes. Estas variaciones acumuladas a lo largo del tiempo pueden dar origen a una nueva especie diferente a la especie de la cual habían emergido. La evolución no es más que descendencia con modificación. Es la propia naturaleza la que diseña los organismos. Darwin desarrolló así un nuevo relato acerca de la historia de la naturaleza, libre de divinidades y de revelaciones y nos invitó a creer no en la armonía sino en la contingencia y el azar.
La lucha por adaptarse a los entornos nuevos y/o cambiantes es el hecho que impulsa el proceso evolutivo. Las especies que se encuentran bien adaptadas a su entorno, cambian poco en el curso del tiempo. Por el contrario los humanos, al provenir de ancestros primates que cambiaron entornos boscosos seguros por sabanas abiertas y peligrosas, nichos ecológicos completamente diferente del cual provenían, y luego, unos dos millones de años más tarde, con su salida definitiva del continente africano, se vieron en la necesidad de cambiar para poder adaptarse a los novísimos ambientes que iban encontrando a su paso. Los humanos se convirtieron en el transcurso de los últimos dos millones de años en la única especie que habita todos los nichos del planeta. En este largo proceso evolutivo, los humanos tuvieron que optar por el bipedismo, construir herramientas y conformar grupos sociales cada vez más complejos con el fin de poder compensar sus debilidades físicas frente a otros depredadores más fuertes y peligrosos. El órgano que representaba estos cambios materiales y sociales que los humanos incorporaban era el cerebro. El cerebro por procesos al azar creció, se complejizó y se reorganizó generando como resultado no intencional dado que el proceso evolutivo no está encaminado a un fin, una cognición capaz de comprender el mundo, generar procesos y habilidades que le permitieran enfrentar los desafíos del entorno, agruparse con otros y a través de esta interrelación social, generar una vida interior, una subjetividad, nuevas emociones y sentires y una gran preocupación por si mismo.