• Asignatura: Historia
  • Autor: Anónimo
  • hace 5 años

Alguien que tenga la lectura "El niño que se hizo artesano" :v porfa :")

Respuestas

Respuesta dada por: Matheocalvo670
1

Respuesta:

ES EL NIÑOOOOOOO esta en wikipedia

Explicación:

Enrique era un niño ayacuchano que obtenía las mejores notas en la escuela

cuando se trataba de hacer dibujos y pintar paisajes. En los mercados, había

observado numerosas piezas del arte de Ayacucho: retablos, tablas de Sarhua,

esculturas en piedra de Huamanga, mates burilados y otros. A él le gustaban,

particularmente, los retablos y, desde pequeño, les comentó a sus papás:

“Cuando sea grande, voy a ser un maestro retablista”. Había escuchado decir

que estos maestros también eran personalidades, como Joaquín López Antay,

quien tuvo muchos ahijados y fue un hombre muy querido en los pueblos de

Ayacucho.

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Así que Enrique estaba fascinado no solo por

el arte del retablo, sino también por el rol que

desempeñan estos maestros en la sociedad. Sabía

que los pueblos y las comunidades encargaban

sus trabajos a los maestros que tenían una

conducta responsable y sabían aconsejar a las

personas. Todos los domingos iba con sus padres

al mercado de artesanos y contemplaba las

diversas formas de los retablos. Veía las piezas

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la vida agrícola de la región, la herranza, los

bautizos, los matrimonios, etc. De tanto ir al

mercado y conversar con los artesanos, Enrique

fue haciendo amigos y aprendiendo algunas cosas

sobre la fabricación de los retablos.

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Aprendió, por ejemplo, que los artesanos tienen que saber muchas técnicas

y no solo sobre el retablo. En realidad, los artesanos retablistas son expertos

también en hacer cruces para las festividades, baúles, candelabros de hojalata,

entre otros. Pero, sobre todo, aprendió la importancia que estos objetos tienen

en los pueblos y las comunidades rurales. Allí, las cruces y los retablos tienen

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solicitan buenas cosechas y lluvias. En época de herranza del ganado, es decir,

cuando se les pone una marca en la oreja u otra parte del cuerpo para distinguir

a sus propietarios, los campesinos dedican ofrendas a los wamanis o cerros.

Estos rituales llaman a la fertilidad y a la buena salud de sus ganados.

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BUSCAMOS Y

RECONOCEMOS

INFORMACIÓN

MIENTRAS

LEEMOS

6to 2da Parte Ayacucho U4.indd 170 2/11/09 11:52:16 AM

Recuerda que, mientras leemos,

debemos estar atentos a los hechos y detalles

que se mencionan en cada párrafo. Además, vamos

sacando conclusiones a partir de las ideas del

texto mientras avanzamos en la lectura.

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Cuando cumplió quince años, Enrique se dirigió al taller del maestro retablista

Ernesto Palomino y le dijo: “Maestro, lo que más deseo es convertirme en

retablista”. Ernesto Palomino, después de apreciar la convicción de Enrique,

lo aceptó como ayudante. Luego del colegio, asistía al taller de este artista

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mezclando papa con yeso para hacerla más

moldeable y, después, se hierve. Con esa masa,

sobre una estructura de madera, se moldean las

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dentro del retablo. Luego, se las deja secar hasta

el día siguiente para poder pintarlas. Para esto,

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nivel de detalle muy preciso.

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Pero como no todo el año había pedidos de retablos, pues estos se solicitaban

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hacer cruces y refaccionar los altares de las iglesias. Al cabo de varios años,

Enrique se convirtió en un experto maestro retablista. Era el retablista más joven

y decidió independizarse. Su maestro, Ernesto Palomino, le regaló un batán y

sus primeros pinceles. Al principio, no tuvo muchos clientes, pero con el paso de

los meses, se fue haciendo famoso por sus bellas piezas de arte y los dibujos y

formas que iba creando.

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A los veinte años, se casó con Florencia Hurtado.

A veces, su esposa lo ayudaba, pero cuando salió

embarazada contrató a un ayudante. Tuvo cuatro

hijos. La gente y sus amigos lo reconocían como un

artista muy especial. Cuando cumplió cincuenta años,

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pasado treinta y cinco años desde la primera vez

que entró al taller de su maestro Ernesto Palomino.

Pensó que era mucho lo que había aprendido en este

tiempo sobre el arte del retablo, pero, sobre todo,

era consciente de que su trabajo le había permitido

conocer a mucha gente y viajar a todos los pueblos

de Ayacucho. Enrique se había convertido en un hombre sabio, al cual muchos

venían a pedir consejo. Su vida había sido la de un hombre recto y solidario.

Siempre había ayudado a las personas.

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Luego, Enrique trabajó con sus hijos. Cada vez que le preguntaban: “¿Eres

feliz, papá?”, él siempre contestaba: “Cada segundo de mi vida”. Su familia, su

trabajo y el respeto de la gente lo llenaban de goce. A todo el que iba a su taller

le decía: “¡Nunca olvides conservar la identidad y la cultura ayacuchana!”.

Alguna vez, una persona le replicó: “¿Por qué cree eso, maestro?”. Enrique

respondió: “Lo mejor que se le puede dejar a nuestros hijos es la conciencia de

pertenecer a una extraordinaria cultura”


Anónimo: gracias! tengo examen de eso y la profe no me envio la lectura :v
Matheocalvo670: igual te lo dejo aca
Anónimo: gracias!
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