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Explicación “La mala hora”, considerada dentro de sus propias páginas como la mezcla perfecta entre una novela corta y un cuento largo, es una historia que sirve de broche de oro de esa primera fase literaria del Nobel, de una manera análoga, en la que “Cien Años de Soledad” cierra magistralmente la segunda.
A lo largo de sus doscientas once páginas, “La mala hora” es una obra que condensa de manera tan precisa la primera etapa de Gabo, que prácticamente todos los cuentos que le precedieron están perfectamente referenciados, entre ellos mi favorito “Un día de estos”. Pero el aspecto que me pareció más interesante de esta novela, es que no se sitúa en el mítico Macondo.
La historia se centra en un pueblo al que no se le menciona el nombre, pero que el autor textualmente distingue de Macondo, y que por su descripción no es otro más que el pueblo donde vivió Gabo gran parte de su niñez y en el que también transcurre su famosa obra “Crónica de una muerte anunciada”: Sucre, Sucre.
Habiendo estado muchas veces en ese municipio, es muy fácil ubicarse espacialmente: el río de aguas perturbadas, el billar cerca de la esquina del puerto, la iglesia dominando la plaza, y las casas de los acaudalados terratenientes por cuyo costados entraban los hacendados con sus mulas para amarrarlas en la cocina. Todo está allí. Sólo que el Sucre que retrata Gabo en este libro, es el Sucre de principios del siglo veinte.
Las guerras entre las facciones liberal y conservadora han llevado a un abuso de las autoridades a nivel local; el teniente de policía, con funciones de alcalde, se encuentra en una encrucijada, pues luego de años de asesinatos selectivos y desapariciones forzadas a todos los opositores al gobierno, ahora tiene órdenes de dar garantías. El alcalde está dispuesto a ser el impulsor del cambio, a pesar de todos los muertos que tiene encima, pero la aparición de unos extraños pasquines donde se ponen por escrito todos los rumores que circulan en la población amenazan con destruir sus nuevas intenciones pacíficas; mucho más cuando por causa de los pasquines, aparece el primer muerto.
A partir de allí, la población entra en un estado que va desde la indolencia, representada en la persona del Padre Ángel, el párroco del pueblo y el interés descarado, personificado en el carnal Juez Arcadio, la única autoridad que parece interesarse en el asunto.