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1. Coordinación y equilibrio
El juego de las huellas es una opción con la que los niños estimularán su equilibrio. Para crearlo, simplemente necesitas unas cartulinas de colores con las que hacer las huellas o pisadas. De esta forma, aprenderán conceptos espaciales como la izquierda y la derecha, al tiempo que mejoran su coordinación y equilibrio. Puedes incluir, asimismo, la silueta de las manos para que el juego sea más completo y trabajen más músculos.
Una vez hechas las plantillas pégalas, suelo con un poco de cinta adhesiva. Empieza por un circuito de poca dificultad; por ejemplo, puedes dejar en algunas zonas un mayor espacio entre huella y huella a fin de que tengan que saltar o dar pasos grandes. Cuando el niño supere esta prueba, puedes combinar en una misma línea pies izquierdos y derechos para obligarlos a cruzar las piernas. Como verás, es posible crear tantas combinaciones como tu hijo y tú queráis, por ejemplo, con letras para aprender el abecedario.
2. La carretilla
Hacer la carretilla es un juego sencillo que suele gustar a todos. Además, sirve para que sus brazos tomen fuerza y mejoren la motricidad gruesa. Aún puede ser más práctico y divertido si a la carretilla le unimos hacer un pequeño puzle con piezas que se puedan coger fácilmente. El niño tendrá que tomar una pieza desde un lado de la casa y desplazarse, haciendo la carretilla, hasta donde se encuentra la disposición del puzle. Una vez allí, colocará la pieza en su lugar adecuado.
3. Los bolos
Con este juego popular, los niños trabajan los brazos y las piernas en el lanzamiento. Asimismo, aprenden a coordinar los movimientos con la intención de tirar el mayor número de bolos posible. Puedes crear tus propios bolos caseros con botellas de plástico, así pesarán menos. Pero también podemos complicarlo poniendo en su lugar botellas con arena para que tengan que esforzarse más. ¡Lo dominarán a la perfección y sabrán controlar su cuerpo!
4. Puntería de colores
Podemos trabajar la destreza en los lanzamientos con unas cartulinas de colores y algún pequeño objeto que no ruede. Se trata de colocar las cartulinas de distintos colores en el suelo y de dar instrucciones para que el niño lance el objeto dentro de uno u otro color. De esta forma, el niño no solo trabajará los brazos y mejorará el lanzamiento. También asentará el conocimiento de los colores.
5. Imitar animales
Un juego de imitación puede constituir un buen modo de trabajar la motricidad gruesa con los niños pequeños. Se trata de copiar los movimientos de algunos animales. ¡A ver quién lo hace mejor!
Anima a tus hijos a que se conviertan en una pequeña oruga. Tendrá que tumbarse en el suelo y, con el apoyo de brazos y piernas, hacer fuerza para elevar el pecho mientras avanza. Otro animal que también pueden imitar es el gorila. Tienen que caminar en cuclillas mientras se golpean el pecho con las manos. Un buen ejercicio para, además, trabajar el equilibrio. Una tercera idea que te traemos es caminar como un canguro, con pequeños saltitos.
6. Equilibrios sobre banco
Si en casa tienes un banco corrido, puedes hacer que tus hijos ejerciten las piernas, la coordinación y el equilibrio proponiéndoles que caminen encima sin caerse, como si fueran funambulistas. De no tener un banco, también puedes crear líneas en el suelo con cinta adhesiva de colores y pedir a los niños que las sigan sin salirse.