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Respuesta:
La historia del liberalismo se extiende por la mayor parte de los últimos cuatro siglos, a partir de la Revolución francesa y continuó después del final de la Guerra Fría. El liberalismo comenzó como una doctrina general y un esfuerzo político en respuesta a las guerras religiosas establecidas en Europa durante los siglos XVI y XVII, aunque el contexto histórico de la ascendencia del liberalismo se remonta a la Edad Media. Los fundamentos intelectuales del liberalismo fueron establecidos por John Locke, con lo cual apuntó a un mayor impulso de la Ilustración, que cuestionaba las viejas tradiciones de las sociedades y los gobiernos, en el siglo XVII. Estas nuevas tendencias se unieron finalmente en poderosos movimientos revolucionarios que derrocaron regímenes arcaicos en todo el mundo, especialmente en Europa, América Latina y América del Norte. La primera encarnación notable de la agitación liberal llegó con la Revolución estadounidense, y el liberalismo plenamente explotado como un movimiento global contra el viejo orden durante la Revolución francesa, que ha marcado el ritmo para el futuro desarrollo de la historia humana. Los liberales clásicos, que en líneas generales destacaron la importancia de los mercados libres y las libertades civiles, dominaron la historia liberal por un siglo después de la Revolución francesa. El inicio de la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, sin embargo, aceleró las tendencias iniciadas en Gran Bretaña a finales del siglo XIX hacia el social liberalismo que hizo hincapié en un mayor papel del Estado en el mejoramiento de las condiciones sociales devastadoras. A principios del siglo XXI, las democracias liberales y sus características fundamentales - el apoyo a las constituciones, elecciones libres y justas, la sociedad pluralista - han prevalecido en la mayoría de regiones de todo el mundo.
Explicación:
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Las Guerras Napoleónicas
Se llamó Guerras Napoleónicas a los conflictos bélicos librados entre 1799 y 1815, entre Francia y otras naciones europeas, debido a que Napoleón inició una política expansionista y difundió los principios de la Ilustración y la Revolución de 1789, lo cual implicaba derribar la tiranía de las monarquías y adoptar la libertad.
En diversas guerras Bonaparte se enfrentó a muchas naciones: Inglaterra, Rusia, Austria, Portugal, el Imperio otomano y Prusia. En 1808, Napoleón decidió invadir España: hizo abdicar a Carlos IV y a su hijo Fernando VII al trono de España y nombró rey a su hermano José Bonaparte. Esto provocó el estallido de una guerra en la que el ejército español, aliado con Portugal y Gran Bretaña, logró no sólo expulsar a los franceses, sino invadir parte de su territorio sur. Para 1811, Napoleón Bonaparte prácticamente dominaba Europa En 1812, Napoleón Bonaparte invadió Rusia con quinientos mil hombres y, aunque resultó victorioso y tomó Moscú, el frío intenso y
las bajas humanas lo obligaron a retirarse. Con sus fuerzas armadas disminuidas y rodeado de enemigos, tuvo que abdicar en 1814; al mismo tiempo, se reinstauró la dinastía de Borbón con la coronación de Luis XVIII, hermano del decapitado Luis XVI.
A pesar de la derrota, Napoleón Bonaparte regresó del exilio y tomó el poder durante cien días; posteriormente emprendió la batalla de Waterloo, en Bélgica. Británicos y prusianos lo derrotaron, y así fue enviado a su exilio definitivo a la isla de Santa Elena. Esta batalla marcó el fin de las Guerras Napoleónicas en 1815.
La Restauración y el Congreso de Viena
Después de 25 años de guerras y de gobiernos revolucionarios, la caída de Napoleón Bonaparte significó para la aristocracia europea la posibilidad de recuperar el poder y restaurar el absolutismo. Este grupo de antiguos privilegiados consideraba que la Revolución había sido un mal temporal y que Francia recuperaría su política tradicional.
La Restauración, como se conoce al periodo de la historia europea que comprende entre 1815 y 1830, se caracterizó precisamente por esos deseos aristocráticos de restaurar los antiguos usos y costumbres políticas. El artífice y director del proyecto fue el primer ministro austriaco, el príncipe Metternich, quien estaba profundamente convencido de que el sistema absolutista era el único capaz de garantizar la paz, la armonía y el bienestar de las naciones.
Con este espíritu, las grandes potencias convocaron un congreso en Viena (1814-1815) al que acudirían príncipes, aristócratas y los políticos más influyentes del momento, como el francés Talleyrand o el propio Metternich. Convencidos de que el derecho divino legitimaba a la monarquía para gobernar, representantes de Rusia, Austria, Francia y Gran Bretaña tomaron las siguientes decisiones:
• La redefinición del mapa europeo, que las guerras napoleónicas habían modificado, con un criterio que favorecía los intereses de los vencedores.
• La imposición del principio de legitimidad dinástica, que reconoce los derechos de las familias reales que gobernaban antes de las invasiones napoleónicas y por medio del cual se aseguraba la permanencia de la monarquía.
• El establecimiento de un sistema que permitiera el equilibrio entre las potencias y evitara posibles enfrentamientos entre ellas para obtener la hegemonía en Europa.
Sin embargo, el crecimiento de la burguesía y los efectos de la Revolución Industrial, habían cambiado considerablemente las condiciones sociales en la Europa occidental.
De este modo, el periodo se caracterizó por el surgimiento de movimientos liberales,
encabezados principalmente por la burguesía y la incipiente clase obrera, que defendían los ideales revolucionarios y que, en algunos casos, tenían también aspiraciones nacionalistas.