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A lo largo de la historia el hombre ha tenido distintas visiones del mundo y de la naturaleza: una visión animista, una visión naturalista, racionalista, mecanicista y positivista. Últimamente estamos retornando a una visión más humana del mundo. Los movimientos ecologistas han contribuido, de algún modo, Otro dato fundamental de nuestra conciencia de “ser en el mundo” es la experiencia de la temporalidad y contingencia de nuestro propio “ser” con relación al mundo: la experiencia del nacimiento y la muerte. Esta doble experiencia del nacimiento y la muerte nos hace palpar una verdad fundamental: la temporalidad radical y la contingencia del “Yo” en el mundo. El mundo puede ser sin mí y sin los otros. La temporalidad no es sólo una condición accidental de mi ser sino una condición radical. El hombre, por su condición material es contingente, limitado, depende del mundo; pero, por su condición espiritual trasciende al mundo, es capaz de “separarse” del mundo elevándose por encima de é, la misma que no puede ser considerada como una “despensa” que pueda ser depredada sin dañar al hombre mismo. Asistimos a una mayor toma de conciencia de los problemas ecológicos. El hombre busca una reconciliación con la naturaleza, sabe que de ella depende su propia subsistencia en el planeta.
El mundo no es para el hombre solamente su ambiente vital, como lo es para el animal, sino que es también el objeto de su conocimiento y de su acción, el soporte e instrumento de su personalidad integral. El hombre no está en el mundo como en un ambiente externo que lo circunda, sino que es también “parte integrante” de ese mundo; puesto que el hombre no es ningún “Yo puro” como el “Yo” cartesiano, sino también materia, no es sólo una mente pensante, sino también un cuerpo viviente. El hombre no es el acoplamiento de dos partes (“material” y “espiritual”) sino, como dice el filósofo X. Zubiri, es una sola sustantividad integrada por dos subsistemas (“cuerpo” y “psique”), en donde el cuerpo es siempre cuerpo-de una psique y la psique es siempre psique-de un cuerpo.
Otro dato fundamental de nuestra conciencia de “ser en el mundo” es la experiencia de la temporalidad y contingencia de nuestro propio “ser” con relación al mundo: la experiencia del nacimiento y la muerte. Esta doble experiencia del nacimiento y la muerte nos hace palpar una verdad fundamental: la temporalidad radical y la contingencia del “Yo” en el mundo. El mundo puede ser sin mí y sin los otros. La temporalidad no es sólo una condición accidental de mi ser sino una condición radical. El hombre, por su condición material es contingente, limitado, depende del mundo; pero, por su condición espiritual trasciende al mundo, es capaz de “separarse” del mundo elevándose por encima de él