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Mujer xdxdxdxdxdxdxdxd
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E
l mundo del trabajo ha vivido transformaciones profundas en todos los
sentidos a lo largo de este siglo. La fuerza de trabajo ha aumentado de
manera colosal como resultado de la multiplicación de la población del mundo
y de que se ha doblado la esperanza de vida; el contenido material del producto
nacional se ha reducido considerablemente, lo cual ha liberado a la gran mayoría de los trabajadores, sobre todo a los hombres, del trabajo físico más duro y
peligroso; la propagación general de las instituciones democráticas ha dado la
palabra al pueblo, incluso en el lugar de trabajo, y una legión innumerable de
mujeres se ha incorporado al mercado laboral. Cabe citar, incluso, la doctrina
de la autodeterminación enunciada al final de la Primera Guerra Mundial (cuando
se fundó la propia OIT), pues, además de ejercer una influencia notable en el
nacimiento y el desarrollo de nuevos Estados nación, tal vez haya tenido efectos semejantes en el mundo del trabajo.
Ha llegado el momento de recapitular acerca de las novedades que se han
producido a medida que el número de mujeres trabajadoras se acerca al de
hombres, pues ahora puede sacarse partido del gran número de datos desglosados
por sexo que están recopilándose últimamente. También es necesario indagar
sobre algunos asuntos capitales: las funciones respectivas del hombre y la mujer, la naturaleza de la familia y la eficacia de la legislación para el progreso de
la igualdad entre los sexos. Y hay que dilucidar si se avanza o se retrocede. La
RIT dedicará dos números a la exploración de estos asuntos, que serán los dos
últimos del siglo. El primero (1999/3) versa sobre las cuestiones y debates de
fondo, mientras que el segundo (1999/4) sentará las bases empíricas para dilucidar las tendencias y las posiciones relativas, aunque en los dos se abordarán
las cuestiones jurídicas
icadores específicos, que a veces rivalizan entre sí, para medir el progreso o
el retroceso en materia de igualdad de género (tales como la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor) y para calibrar los fenómenos negativos
que deben combatirse (por ejemplo, la discriminación y el acoso sexual). Ahora
bien, es muy difícil encontrar una definición práctica de la igualdad entre los
sexos que sirva para fijar la meta a la que debe aspirar la sociedad. Una profesora de derecho y ética en un departamento de filosofía, Martha Nussbaum,
encara este reto en el presente número.
En el artículo titulado «Mujeres e igualdad según la tesis de las capacidades«, comienza explicando que el concepto de dignidad humana conlleva la
idea de que todos los seres humanos tienen igual valía, ya sean ricos o pobres,
del campo o de la ciudad, mujeres u hombres. Ahora bien, la libertad y las
oportunidades que merece todo ser humano se ven cercenadas constantemente
debido a la desigualdad entre los sexos; muchos sistemas de valores deniegan la
libertad de elección y más aún el acceso a los recursos que harían posible elegir
con libertad. Nussbaum se aplica a definir una norma cultural que sea apropiada y pertinente para todas las personas. Vistas las limitaciones de las que adolecen otros enfoques, tales como los basados únicamente en la asignación de
recursos o en las preferencias, considera que hay razones sobradas para defender, en la misma línea que Amartya Sen, la llamada tesis de las capacidades.
Esta tesis tiene una gran solidez debido a la importancia que da a que toda
persona tenga la capacidad suficiente para ejercer plenamente sus funciones
como ser humano. Toda persona es portadora de valor.
A partir de esta idea puede elaborarse una lista de los elementos necesarios
en todas las culturas para habilitar a todos y cada uno a desarrollar un funcionamiento verdaderamente humano.
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