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Hola!
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Este poema nos habla, a primera vista, de una princesa triste. Una princesa que vive abrumada, sobrepasada por sus responsabilidades y que busca a un amado príncipe. Pero analicemos paso a paso mejor:
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa
que ha perdido la boca, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en su vaso olvidado se desmaya una flor.
Esta primera estrofa nos presenta a la princesa, que a pesar de tener lujos como una silla de oro o un clave, suspira triste y apenada. Tal vez el 'qué tendrá la princesa' nos cuenta que, aunque todos piensan que está enferma, simplemente está aburrida como una ostra, o le han hecho pupita a su patata. Este estado de ánimo tristón se refleja en el hecho de que hasta la flor está desmayada, seca, como se siente la joven.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconsona o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
O en el rey de las islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Orzur?
La princesa puede elegir entre el favor de los herederos más ricachones del globo, que le darán perlas o carrozas... Pero tal vez a ella no le importen estos lujos. ¿Qué le importa en realidad?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
No, la princesa no quiere joyas y príncipes forrados. Quiere lo único que no puede conseguir: la libertad de un pájaro, de una mariposa, volar libre, vivir la primavera.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jardines de Oriente, los nulumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
De nuevo, la princesa no quiere ni en pintura tanto lujo. Por su tristeza se preocupan todos por todos lados, Oriente y Occidente... ¡Pero ella solo quiere dejar de importar tanto!
¡Calla, calla, princesa que dice el hada madrina
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, Vencedor de la Muerte
a encenderte los labios con su beso de amor!
Sin embargo, la libertad, en forma de joven caballero que viene a liberarla de palacio, llega finalmente. Alguien que no la ha visto, pero que la adora para llevársela.
Claro que hay otra interpretación un poco rebuscada -como casi en toda obra de arte conocida. Según esta, la princesa simboliza a la poesía (lo que se haría notar en la mención a los 'versos de mayo', por ejemplo). Vamos a analizar brevemente lo que diría el poema según esta idea:
La princesa, o sea, la poesía, está harta de tantos lujos y florituras: palabras bonitas, expresiones complicadas y blá, blá, blá.
Lo que realmente quiere es encontrar algo que va más allá de todo esto: ser una forma de expresión libre, sin ninguna limitación, da igual que así pierda belleza.
Aunque parezca un objetivo lejano, no morirá, al revés, un día se habrá hecho sin que nadie se de cuenta (Vencedor de la Muerte que le han intentado dar). Estará entre nosotros y lo habremos adoptado sin forzarlo.
Hay mucho que expresar!
Explicación:
Suerte!