Respuestas
Entre los muchos que le siguen Jesús escoge a los que Él quiere, para que estén con Él. Es importante que tengamos siempre presente que es Él quien llama y escoge. Hemos pues de ser humildes ante la elección del Señor y ponernos a su disposición, pues no puede haber mayor distinción que esa. Él nos necesita y quiere que participemos de un modo especial en la evangelización del mundo, en la construcción del Reino.
En el evangelio de ayer –Marco 3, 7-12– veíamos precisamente como era tal la multitud, que Jesús corría el peligro de ser aplastado. Es precisamente en un escenario similar que sube al monte y elige a quienes habrán de acompañarlo, a quienes instituirá, dándoles el poder de expulsar demonios. Elige a sus 12…Un número de profundo simbolismo para los judíos, para la historia sagrada. Era como escoger a un representan de cada pueblo…que nadie se quede sin estar representado, que nadie se quede sin guía, sin pastor. Es con este grupo que habrá de fermentar la masa universal, la humanidad entera. Es a partir de entonces que la Iglesia crece y se expande por todo el mundo. Claro, todavía tenía que pasar Jesús por su pasión, muerte, resurrección y ascensión, para que, fortalecidos con el Espíritu Santo, los enviara por todas las naciones a bautizar, sanar y dar la Buena Nueva.
Así que es importante que reflexionemos un poco en torno a los motivos por los que seguimos a Jesús. No, no es que tu le escogiste a Él, no es que tu haz decidió seguirle, no. Es que Él te ha elegido. Eso es muy distinto, y Él sabe por qué. No te pongas a echar prosa ahora, porque no es por ningún mérito o merecimiento. Sus criterios no son mundanos, no son los mismos que los nuestros. No andemos entonces por ahí ufanándonos, vanagloriándonos por haber sido escogidos por ser tan buenos, tan cultos, tan preparados, tan influyentes, tan amorosos, tan inteligentes, tan bonitos, tan tiernos, tan dulces, tan irresistibles…El Señor trazas líneas rectas con rasgos torcidos.
No es por ningún merito ni merecimiento en nosotros, que Jesús nos escoge, Él nos llama, porque nos ama y punto. Su amor es infinito y va más allá de nuestro entendimiento. Así que no andemos haciendo cálculos ni comparándonos. Conformémonos con saber que somos amados, y que en retribución debemos amarle, amando a nuestros hermanos. Eso es lo que nos pide a cada uno de nosotros. A todos con la misma intensidad, conforme a su situación y condición humana. Cada quien sabe entonces lo que tiene que hacer, dónde y cómo.
Del Evangelio según Marcos 3,13-19
Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron junto a él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. 3) Reflexión
• El evangelio de hoy describe la acogida y la misión de los doce apóstoles. Jesús comienza con dos discípulos a los que añade otros dos (Mc 1,16-20). Poco a poco el número fue creciendo. Lucas informa que llamó a los 72 discípulos para que fueran con él en misión (Lc 10,1).
• Marcos 3,13-15: El llamado para una doble misión. Jesús llama a los que él quiere y se van con él. Luego, “Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios”. Jesús los llama para una doble finalidad, para una doble misión: (a) Estar con él, esto es, formar la comunidad de la que él, Jesús, es el eje. (b) Rezar y tener poder para expulsar los demonios, esto es, anunciar la Buena Nueva y luchar en contra del poder del mal que arruina la vida de la gente y aliena a las personas. Marcos dice que Jesús subió al monte y, estando allí, llamó a los discípulos. La llamada es una subida. En la Biblia subir al monte evoca el monte al que Moisés subió y tuvo un encuentro con Dios (Ex 24,12). Lucas dice que Jesús subió al monte, rezó toda la noche y, al día siguiente, llamó a los discípulos. Rezó a Dios para saber a quién escoger (Lc 6,12-13). Después de haber llamado, Jesús oficializa la elección hecha y crea un núcleo más estable de doce personas para dar mayor consistencia a la misión. Y también para significar la continuidad del proyecto de Dios. Los doce apóstoles del NT son los sucesores de las doce tribus de Israel.
• Nace así la primera comunidad del Nuevo Testamento, comunidad modelo, que va creciendo alrededor de Jesús a lo largo de los tres años de su actividad pública. Al comienzo, no son nada más que cuatro (Mc 1,16-20). Poco después la comunidad crece en la medida en que va creciendo la misión en las aldeas y poblados de Galilea. Llega hasta el punto de que no tienen tiempo ni para comer ni para descansar (Mc 3,2). Por esto, Jesús se preocupaba de proporcionar un descanso a los discípulos (Mc 6,31) y de aumentar el número de los misioneros y misioneras (Lc 10,1). De este modo, Jesús trata de mantener el doble objetivo de la llamada: estar con él y enviarlos. La comunidad que así se forma alrededor de Jesús tiene tres características que pertenecen a su naturaleza: es formadora, es misionera y está inserta en medio de los pobres de Galilea.
• Marcos 3,16-19: La lista de los nombres de los doce apóstoles. En seguida, Marcos dice los nombres de los doce: Simón, a quien dio el nombre de Pedro; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, a los que dio el nombre de Boanerges, que quiere decir "hijos del trueno"; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, Hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo, Judas Iscariotes, aquel que lo entregó. Gran parte de estos nombres vienen del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Simeón es el nombre de uno de los hijos del patriarca Jacob (Gén 29,33). Santiago es el mismo que Jacob (Gén 25,26). Judas es el nombre del otro hijo de Jacob (Gén 35,23). Mateo también tenía el nombre de Levi (Mc 2,14), que es el otro hijo de Jacob (Gén 35,23). De los doce apóstoles, siete tienen un nombre que viene del tiempo de los patriarcas. Dos se llaman Simón; dos Santiago; dos Judas; uno Levi. Solamente hay uno con un nombre griego: Felipe. Sería como hoy en una familia donde todos tienen nombres del tiempo antiguo, y uno sólo tiene un nombre moderno. Esto revela el deseo que la gente tiene de rehacer historia ¡desde el comienzo! Merece la pena pensar en los nombres que hoy damos a los hijos. Como ellos, cada uno de nosotros está llamado por Dios por el nombre. 4) Para la reflexión personal
• Estar con Jesús e ir en misión es la doble finalidad de la comunidad cristiana. ¿Cómo asumes tú este compromiso en la comunidad a la que perteneces?
• Jesús llamó a los discípulos por el nombre. Tú, yo, todos nosotros existimos, porque Dios nos llama por el nombre. ¡Piensa en esto! 5) Oración final
¡Muéstranos tu amor, Yahvé,
danos tu salvación!
Su salvación se acerca a sus adeptos,
y la Gloria morará en nuestra tierra. (Sal 85,8.10)