hacer una historia que comience desde que un niño se desperto repentinamente en media noche con mas de 120 palabras
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Respuesta:
Los niños sienten miedo en muchas situaciones. No importa si el miedo
es a dormir con la luz apagada, a los truenos o al colegio. Con frecuencia nos sorprenden con sus temores, pues a veces resultan totalmente
inesperados y ridículos para una mente adulta. Pero el miedo, cuando
está presente en el niño, puede llegar a ser muy perturbador tanto para
él como para los padres o cuidadores. El niño llora, se pone rígido, se
agarra con fuerza a su madre o a su padre, no quiere separarse y su
cara es todo un cuadro de sufrimiento.
Entonces, los padres intentamos “razonar” con nuestro hijo, hacerle ver que
su temor no tiene fundamento. Que los truenos son ruidos normales cuando
hay tormenta, pero que a él no le va a pasar nada... Que dormir con la luz
apagada es tan seguro como dormir con la luz encendida, al fin y al cabo,
cuando cierras los ojos –le decimos con la voz más calmada posible– ya da
igual que la luz esté encendida o no... Le decimos también al niño, cuando
nos acercamos al colegio, que todo va a ir bien, que lo va a pasar muy bien
con sus amiguitos y que puede estar tranquilo porque nosotros volveremos
a recogerlo cuando terminen las clases... Y, sin embargo, en todos los casos,
cuando llega el momento de apagar la luz, de quedarse en el colegio o cuando suena el próximo trueno, si no antes, el niño ya está llorando, agarrado con
fuerza a nosotros y con su cara desencajada. Parece que no hubiera escuchado nada de lo que le hemos dicho.
Y, del algún modo, así ha sido. El niño no ha escuchado nada de lo que le
hemos dicho con la parte del cerebro que habla el lenguaje del miedo. Las
emociones y el lenguaje lógico y racional no comparten los mismos circuitos . El cerebro está formado por dos hemisferios cerebrales, que tradicionalmente se han asociado a funciones diferentes. Así, al hemisferio cerebral izquierdo suele atribuirse, entre otras funciones, la comprensión lógica
del lenguaje, los razonamientos, el detalle, mientras que al hemisferio derecho
se le atribuye el análisis global de la información, por así decirlo, el sentido
poético o emocional de lo que escuchamos (Watzlawick, 1980). De acuerdo
con la investigación neurocientífica actual (Rosenzweig y col., 2005), debemos admitir que aún no queda claro el mapa neuronal de muchas funciones
cerebrales, pero la experiencia clínica demuestra que el uso de un lenguaje
metafórico como el empleado en los cuentos es una vía excelente para ayudar
a resolver los miedos infantiles. El miedo en los niños es todo un mundo desconocido para muchos adultos –padres incluidos– y para profesionales de la salud que no trabajan
con estos pacientes. El miedo a los extraños, al abandono, a la oscuridad,
a la muerte… son algunos, que no todos, los miedos que experimentan los
niños. Los miedos infantiles pueden agruparse en tres categorías: 1) miedos
adaptativos, 2) miedos evolutivos, y 3) fobias. Los miedos adaptativos son
aquellos que resultan proporcionados a los peligros a los que se enfrenta el
niño. Estos miedos tienen una función protectora, adaptativa, y, obviamente,
no requieren tratamiento. Sin el miedo adaptativo sería imposible sobrevivir
(p.e., los coches nos atropellarían porque cruzaríamos la calle sin mirar, nos
caeríamos por la ventana cuando quisiéramos coger algo que está fuera de
nuestro alcance, etc.).
Los miedos evolutivos son un conjunto típico de miedos que aparecen en las
etapas de desarrollo del niño y que van en relación con su maduración neuropsicológica y la adquisición de nuevas habilidades cognitivas. Los padres y cuidadores deben conocer estos miedos para canalizarlos adecuadamente, ya que
el manejo inadecuado de estos miedos puede conducir al desarrollo de fobias
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