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Respuesta:
Innovación” es una palabra de moda; razón suficiente para sospechar de ella. Normalmente, las palabras que conquistan un rápido éxito en su uso público suelen ser asumidas y repetidas antes de comprenderse su significado. Tales, por ejemplo, “creatividad” o “sostenibilidad”. Sospechar de ellas implica someterlas a crítica para superar el uso superficial de esa opinión pública construida por los medios.
En pos de un concepto objetivo hay que retroceder a la misma condición humana: al papel creador de la imaginación y lo imaginario en el hombre, que aparece como un acto de innovación.
Hay épocas más y menos innovadoras. Hay culturas más o menos veloces en innovar. Pero no hay sociedad que no innove; pues, de lo contrario, sucumbiría.
La innovación consiste en la producción de algo “original”. Y esta palabra es indispensable para entender el contenido del acto de innovar. Pues nos conduce a dos ideas aparentemente contradictorias: “original” es lo único, distinto, no repetido, pero también inicial, primigenio, originario.
Observemos el curioso doble sentido de la expresión “versión original” aplicada, por ejemplo, a la interpretación de una pieza musical. Significa, por un lado, que la interpretación es fiel a la inicial y, por el otro, que no coincide con ella sino que realiza una “relectura”.
En la producción cultural sólo personas de gran talento pueden crear obras originales, que lo sean, a la vez, en ambos sentidos. O sea que, aun habiendo sido creado ex nihilo, lo producido posea un sentido eterno.