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Pues esto se debe a la considerable velocidad en el avance de la informática y a su cada vez más adelantado proceso de miniaturización.
Recordando un poco la historia, los primeros años de la computación se consolidaron con equipos del tamaño de cuartos enormes. Estos estaban llenos de cables, focos y solo pocas personas comprendían su funcionamiento y utilidad.
Sin embargo, en los años 60 la informática tuvo su propia revolución. El desarrollo del primer Chip microprocesador sirvió como “cerebro” en las computadoras y se convirtió en el responsable de la extraordinaria reducción en el tamaño de las mismas.
Este proceso, que se denominó miniaturización, ha permitido que las empresas ahorren en costos, pues los dispositivos electrónicos han ganado rapidez, funcionalidad y movilidad, ya que las personas pueden llevar consigo varios aparatos a la vez.
Es en busca de este último beneficio (la movilidad) aparece uno de los principales obstáculos del proceso, la batería. En los primeros teléfonos esta representaba entre el 60 y 70 por ciento del tamaño del aparato y aunque hoy en día son más pequeñas que la mano del hombre estas duran muy poco. Mientras más aplicaciones o funciones se le agregan a un equipo electrónico, más energía consume y más rápido se pierde la carga de la batería.
Actualmente, podemos ver los resultados de la miniaturización en Ipods, celulares, netbooks, entre otros equipos electrónicos que se encuentran dentro de autos, refrigeradoras y muchos más que a veces ni imaginamos que tienen chips adentro.
Otra de sus ventajas es poder crear equipos más baratos, que pueden ser considerados descartables. Por ejemplo: netbooks de 300 dólares o cámaras de fotos de un solo uso.
El futuro
En un futuro no muy lejano la miniaturización de equipos también abarcará ámbitos como la medicina. Por ejemplo, esta permitirá instalar chips en las personas para un control médico, monitorear constantemente las funciones vitales y enviar los datos a un computador para diagnosticar posibles enfermedades.