Respuestas
Respuesta:espero q te sirva de ayuda.
Explicación:
Tal vez sean las historias de los procesos y las revoluciones independentistas en América Latina las que mayor tinta y papel han ocupado en la historiografía profesional del continente, desde sus orígenes a finales del siglo XVIII hasta nuestros días. Y no cabe duda que en estos últimos años, en los que se han celebrado los bicentenarios de dichas gestas a diestra y siniestra, tal historiografía ha aumentado considerablemente, dado el afán conmemorativo que puebla tanto a los estados liberales como conservadores de este gigantesco territorio. En estas revisiones se han dado cita grandes intelectos, puntuales ensayistas y literatos, pero sobre todo figuras relevantes en la justificación estatista y la edificación de mitos nacionales. Justo es decir, sin embargo, que la construcción del propio conocimiento científico-histórico ha tenido desde luego aportaciones regionales abundantes de primer orden, que han pretendido aproximaciones un tanto más acordes con las necesidades de nuestros tiempos, y también han sido capaces de replantear algunas de las muchas leyendas e invenciones frecuentadas por las versiones "oficiales".
En ese sentido asistimos hoy en día a una especie de boom del quehacer historiográfico relativo a la contribución de nuevos enfoques y reflexiones en torno de los procesos independentistas regionales en América Latina. Sin embargo las visiones de conjunto, es decir, aquellas historias que incluyen dos o más territorios en la mira, lamentablemente no han sido tan recurrentes. Cierto que abundan las historias fragmentadas: aquellas que recogen los trabajos de diversos autores sobre un solo tema o región en compendios o colecciones. Pero aquellos esfuerzos holísticos, realizados bajo una mirada individual y una sola pluma, o un solo estilo de hacer historia, lamentablemente no han sido tan abundantes. Aquellos esfuerzos que incluían las visiones enciclopedistas clásicas de la posguerra o el espíritu unitario latinoamericano de los años sesenta y setenta, no parecen ser tan recurrentes como lo fueron antaño los trabajos de Edmundo O'Gorman y Silvio Zavala, o más adelante los de Tulio Halperín-Donghi o los de Eduardo Galeano.
Por eso no hay que escatimar la bienvenida a un libro como el de Stefan Rinke que ahora se pretende reseñar. Es de entrada una historia ambiciosa de amplia cobertura latinoamericana, con múltiples aciertos y adelantos, capaz de ofrecer no sólo reflexiones y comparaciones por demás sugerentes, sino que tiene la enorme virtud de presentar una mirada fresca e innovadora sobre aquellos procesos tan manipulados y manoseados en el último par de años por tirios y troyanos. En este trabajo aparecen constantemente referencias secundarias muy contemporáneas y poco utilizadas por los propios latinoamericanistas, especialmente aquellas que provienen de las reflexiones realizadas en el mundo académico centro-europeo y angloamericano. Sin embargo no desdeña las fuentes emanadas del quehacer hispanoamericano, y un ejercicio constante de diálogo entre autores del más variado talante y origen puede testimoniarse entre las líneas de este espléndido trabajo. Tan sólo por eso, se puede pensar que este libro es de entrada una relevante contribución para los propios lectores latinoamericanos, europeos, anglosajones, africanos, asiáticos y demás pobladores de este malogrado y febril globo terráqueo.
Pero entremos en materia, siguiendo la propuesta de presentar e interpretar los movimientos libertarios latinoamericanos de finales del siglo XVIII hasta avanzado el siglo XIX, el profesor Rinke muestra que, aun dentro de sus notables diferencias, dichos movimientos estuvieron determinados por ciertos elementos que bien pueden identificarse como unitarios. Al afirmar la condición revolucionaria de los mismos recoge, de manera por demás crítica y puntual, muchos de los planteamientos que el eurocentrismo historiográfico había implantado en su revisión, y apuntala la relevancia de las diferencias regionales, de la heterogeneidad de sus componentes sociales y de sus exiguos resultados en materia política y económica. Lejos de convertirse en un panegirista de los mitos fundacionales independentistas, reconoce su carga simbólica sin dejar de lado su condición diferencial y el cuestionamiento de su propio sentido. En esa tesitura la propuesta enunciada desde la propia introducción de este libro es presentar los movimientos de liberación de América Latina en su tránsito del siglo XVIII al siglo XIX, de una manera entrelazada pero reconociendo íntegramente su independencia.