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El gobierno establecido por los Artículos de la Confederación no era lo bastante fuerte para gobernar a la nueva nación. Por ejemplo, carecía de una rama ejecutiva y de un sistema de tribunales nacionales. No podía regular el comercio entre los estados o gravar con impuestos a los propios estados o a sus ciudadanos. Era poco más que una asamblea de los representantes de 13 estados independientes.
En 1783, después de la Guerra Revolucionaria, la nación entró en un periodo de condiciones comerciales y políticas inestables. Alexander Hamilton y sus partidarios habrían tenido poco éxito en su campaña a favor de una nueva constitución si las condiciones generales hubieran sido mejores. Algunos historiadores han pintado las dificultades de la nueva república con colores tal vez demasiado lúgubres. Sin embargo, hay pocas dudas de que la situación empeoró sin cesar después de 1783. Cada estado actuaba casi como un país independiente. Cada uno manejaba sus asuntos de acuerdo a sus intereses sin dar mucha importancia a las necesidades de la república.

Daniel Shays, izq., y Job Shattuck, cuyas efigies aparecen en este grabado tomado del Bickerstaff’s Boston Almanack de 1787, encabezaron a los granjeros abrumados por las deudas, contra el gobierno del estado de Massachusetts. Esta rebelión puso de relieve la necesidad de contar con un gobierno central más fuerte.
En los estados circulaba una docena de monedas diferentes, la mayoría de las cuales eran de poco valor. Los estados vecinos gravaban con impuestos sus importaciones en forma recíproca. Gran Bretaña no accedió a restaurar los cauces del comercio de los que las colonias habían dependido para su bienestar económico. Las legislaturas estatales se negaron a pagar las deudas contraídas en la Guerra Revolucionaria. Muchos estados aprobaron leyes que permitían a los deudores evadir el pago de sus obligaciones.

Arriba, ejemplos de las monedas que circulaban en la Guerra Revolucionaria y que a menudo eran de escaso valor. La nueva Constitución confirió al gobierno federal el poder de acuñar y regular la moneda.

Estados Unidos, la nueva nación independiente, emitió sus primeras monedas nacionales en 1787. La moneda ostenta 13 círculos entrelazados y las palabras “We are one” (Somos uno solo) están inscritas en el centro. El reverso de la moneda muestra el disco solar y el vocablo latino “Fugio”, que significa “el tiempo vuela”.
Lo peor de todo fue que hubo quien empezó a pensar en tomar las armas una vez más para resolver sus problemas. En el oeste de Massachusetts cientos de granjeros se rebelaron en 1786, contra el gobierno del estado, bajo el mando del capitán Daniel Shays. Al final, las tropas estatales sofocaron la Rebelión de Shays. George Washington y otros dirigentes empezaron a pensar si las colonias se habían rebelado en vano contra Gran Bretaña. Ellos estimaron que había llegado el momento de poner fin a esos problemas y establecer la paz y el orden mediante la formación de un nuevo gobierno nacional. El nuevo gobierno tenía que ser lo bastante fuerte para inspirar obediencia en el ámbito nacional y respeto en el exterior.
Representantes de cinco estados se reunieron en Annapolis, Maryland, en 1786. Ellos propusieron que los estados designaran comisionados y que éstos se reunieran en Filadelfia para decidir si era necesario revisar los Artículos de la Confederación. El Congreso accedió a la propuesta y sugirió que cada estado escogiera a sus delegados para una convención constitucional.

Grabado que muestra el Federal Hall de la ciudad de Nueva York, en cuyo balcón George Washington tomó posesión del cargo como primer Presidente de la nación en abril de 1789. El nuevo Congreso atendía sus asuntos en el Federal Hall antes de trasladarse a Filadelfia, Pennsylvania en forma temporal y después, en 1800, a la recién construida ciudad capital de Washington,
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