Identifica las razones que produjeron la decadencia griega y su caída de su imperio frente a los romanos.
Ayudaaaaaa llevo 8 años buscando la respuesta ;-;
(No es del libro :c)


marianasalazar3366: AMIGAAAAAAAAAAAAAAA
marianasalazar3366: DAME CORONITA POR FAVOR
crysthalvilla20: No me deja aun, necesito dos respuestas a la pregunta xd

Respuestas

Respuesta dada por: marianasalazar3366
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Respuesta:

DAME CORONITA PLISSSS:3

Explicación:

La Historia de la decadencia y caída del Imperio romano (en inglés original, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, conocida popularmente como The History) es una obra histórica escrita por el británico Edward Gibbon (1737–1794), que describe la civilización occidental, así como las conquistas islámicas y mongolas, desde el apogeo del Imperio romano hasta la caída de Constantinopla. Consta de seis volúmenes publicados por primera vez en cuartos entre 1776 y 1789: el Libro I fue publicado en 1776, los Libros II y III en 1781, y los libros IV, V, y VI en 1788–1789. Está considerada como una de los mayores logros literarios del siglo XVIII, y como uno de los libros de historia más influyentes de todos los tiempos.1​2​

Doscientos años después de su publicación, el libro perdura sobre todo como hito y obra literaria, pero queda al margen de las corrientes historiográficas actuales, dado que el estudio del fin del Imperio romano en el tiempo transcurrido desde su publicación ha cambiado y evolucionado considerablemente; aun así, por su inmensa erudición, suele recurrirse a ella para recabar referencias históricas del período en cuestión. Además, la obra está considerada como una crítica argumentada y juiciosa sobre la fragilidad de la condición humana, y es por ello que sigue inspirando a historiadores y estudiantes de literatura inglesa, manteniendo un sólido prestigio que garantiza su reedición de continuo en la actualidad.

Causas

Así, según Gibbon, el Imperio romano sucumbió a las invasiones bárbaras principalmente debido a la pérdida de las virtudes cívicas tradicionales romanas9​ por parte de sus ciudadanos. Estos se habrían vuelto débiles, delegando la tarea de defender el Imperio en mercenarios bárbaros que se hicieron tan numerosos y arraigados en el Imperio y sus estructuras que fueron capaces de tomarlo al fin. Los romanos, según él, tras la caída de la República se habían ido volviendo progresivamente "afeminados", poco deseosos de vivir una vida militar, más dura y "viril", al modo de sus antepasados. Ello habría llevado al abandono progresivo de sus libertades a favor de la tiranía de los césares, y habría conducido a la degeneración del ejército romano y de la Guardia Pretoriana. De hecho, Gibbon ve como primer catalizador de la decadencia del imperio a la propia Guardia Pretoriana, que, instituida como una clase especial y privilegiada de soldados acampada en la propia Roma, no cesó de interferir en la administración del poder. Ofrece continuos ejemplos de la injerencia de esta guardia, que él llamó "las huestes pretorianas", cuya "furia licenciosa fue el primer síntoma y causa primera de la decadencia del Imperio romano", poniendo de manifiesto los calamitosos resultados de dicha injerencia que, al incluir varios asesinatos de emperadores y demandas continuas de mejores soldadas que el erario no podía sobrellevar, habrían desestabilizado al Imperio.

Al abundar en las causas de la decadencia cívica, Gibbon encuentra un culpable en el cristianismo, que según él predicaba un modo de vida incompatible con el sostenimiento del Imperio. Argumenta que con el auge del cristianismo surgió la creencia en una existencia mejor tras la muerte, lo que fomentó una mayor indiferencia sobre el presente entre los ciudadanos romanos, haciendo que desapareciera su deseo de sacrificarse por el Imperio. El pacifismo cristiano habría acabado con el espíritu marcial que había dominado la sociedad romana, y la intolerancia de los cristianos para consigo mismos y para con los demás habría sido una fuente continua de inestabilidad. Gibbon, como muchos otros intelectuales ilustrados, veía la Edad Media como una edad oscura llena de superstición conducida por el clero, y creía que no había sido hasta la Edad de la Razón cuando la Humanidad pudo recobrar el progreso comenzado en la Edad Antigua. Curiosamente, al plantear el supuesto pacifismo cristiano y su desinterés por la vida terrena, Gibbon y sus coétaneos se estaban haciendo eco de los textos de la apologética cristiana de los siglos III-V d. C., en la que tales puntos de vista son muy frecuentemente justificados y ensalzados: es común hallar apólogos cristianos de la época en los que se compara el belicismo y la violencia de los romanos paganos con el pacifismo y la virtud de los cristianos mártires.

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